sábado, marzo 31, 2007

Consuelo Sáizar desea escribir su ópera prima inspirada en Acaponeta


Consuelo Sáizar desea escribir su ópera prima inspirada en Acaponeta
* "Publicar en el Fondo sería el mayor de los honores", cuenta la directora del FCE.
Por María Lourdes Pallais
México, 17 Ene (Notimex).- Consuelo Sáizar, una correctora obsesiva quien, desde que se inició como editora, juró nunca competir con los autores, ahora confiesa que planea escribir una novela inspirada en su pueblo natal, Acaponeta, en el estado de Nayarit.
"Algún día voy a hacer una novela de Acaponeta. Una novela multifónica en la que cada quien tenga una historia y (contar) cómo se relacionan", revela la alta funcionaria en el amplio y sobrio despacho que ocupa como directora del FCE.
Aunque aclara que "a lo mejor ni la publique porque un editor no se debe de auto publicar jamás", sus historias familiares -que en la entrevista se escaparon de esa caparazón institucional que la protege con calidez-, son material narrativo de primer orden.
Para muestra, un botón: "Acaponeta y mi hermana Lolina", un ensayo sobre "la magia" de ese "pueblo marginado" en Nayarit, donde creció ella, una niña retraída y alumna sobresaliente, con su hermana sordomuda Lolina, sus padres y su tía Raquel, su segunda madre.
Hasta ahora, ese texto es el único en el que Consuelo -quien siempre soñó con ser directora del Fondo de Cultura, gusta rodearse de gente "inteligentemente sencilla y sencillamente inteligente" y no soporta la solemnidad- se ha "desnudado en público".
Uno de los 38 testimonios publicados en el popular libro "Gritos y Susurros", coordinado por Denise Dresser, el ensayo fue escrito en una noche y tiene pasajes de una intimidad y honestidad que sólo el talento de una escritora puede narrar de manera tan lograda.
En un memorable fragmento, confiesa que no fue una buena hermana. Consuelo era "taciturna y solitaria" y Lolina, su hermana menor, hiperactiva e incontrolable, vivía en un mundo "silencioso" donde "sus ojos y manos daban sonido a lo que hallaba a su paso".
Pero el testimonio omite la vez que Consuelo, de seis o siete años, olvidó su discurso para conmemorar el Día del Padre en su escuela de Acaponeta, tragedia que Antonio Sáizar, su padre, resolvió con un abrazo que aún le provoca lágrimas de nostalgia.
"Me quedé callada y mi papá que estaba al fondo con el presidente municipal, se levantó, estiró los brazos y caminó todo el tiempo con los brazos estirados", cuenta ahora en un momento de intimidad fulminante que el fotógrafo de Notimex prefirió respetar.
Para que Consuelo narre porqué Acaponeta es "la Atenas Nayarita"; porqué huele a caña y guayaba; cómo eran Inocencio Díaz, maestro de música, Agapita Jordán, de piano, Guillermo Llanes, poeta, y hasta la hermana de Pedro Infante, habrá que esperar su novela.
¨Cuándo? "Publicar en el Fondo sería el mayor de los honores", pero no lo puede hacer mientras sea su directora. "Algún día a lo mejor lo acepta el nuevo director", revela con una sonrisa. Sin duda, tendrá que ser cuando concluya su cargo, después de 2010.
La ahora cosmopolita -quien se trasladó a Tepic para luego terminar, a los 17 años, en el entonces "mundo impensable" de la Ibero en la Ciudad de México-, visita al menos una vez al año a su familia en Acaponeta, pero asegura que no regresaría a vivir ahí.
"No regresaría porque ya no funciona, ya tengo un proyecto de vida" en el Distrito Federal y además, en Acaponeta hace un calor sofocante. Recuerda cuando era niña de "10 absoluto en diciembre", pero en mayo "sacaba 9.9" lo que para ella, "era un trauma".
Al margen del clima, la vida hubiera sido más fácil para ella de haberse quedado en Acaponeta, reflexiona ahora. Pero como ha tenido la suerte, o la inteligencia, de "vivir del placer de hacer lo que te gusta", es una mujer feliz.
"Me siento muy satisfecha y muy feliz. Disfruto enormemente mi trabajo. Me siento profundamente afortunada, porque además puedo vivir mi estilo de vida con enorme libertad, sin reproches de nadie, sin crítica", cuenta con una sencillez aplastante.
Y es que, aunque estudió publicidad, ser directora del FCE, ha sido la gran sorpresa y el gran reto de su vida, y una permanente fuente de satisfacción. Y de éxito. Así lo vive ella, una de las primeras funcionarias ratificadas por el presidente Felipe Calderón.
Imposible evitar el tema del FCE con ella. Cuando habla de la "institución peculiar" que es la editorial descentralizada del gobierno mexicano, los ojos de Consuelo, siempre ataviada (vestir "no es algo que me atraiga") de estricto sastre gris o negro, brillan.
El FCE "es una institución muy peculiar porque tiene un pasado tan glorioso como promisoria es su cultura, y eso es gracias a sus grandes directores", como Daniel Cosío Villegas, Arnaldo Orfila y Miguel de La Madrid.
"El futuro me juzgará, pero yo intento estar a la altura de la historia, con un enorme respeto y admiración" por sus antecesores, cuya herencia aprovecha, cuenta, "de la mejor manera" para darle "mayor solidez al trabajo internacional" de la institución cultural.
La Acaponeta de su futura novela define a la Consuelo privada, pero la pública es, sin duda, "un poco elitista intelectualmente", una convencida de la importancia de defender el español, "redefinir" las instituciones mexicanas y "aprender a vivir como iguales".
NTX/MLP 2007-01-17,11:27