viernes, julio 06, 2018

El triunfo de AMLO en México: ¡Es el hartazgo con el PRI estúpido!


Tiene años de darle “voz al horror”, recorriendo el país para construir el liderazgo político más importante de las últimas décadas que lo coloca en la silla que una vez ocupara Lázaro Cárdenas, su ídolo, el fundador de las instituciones y responsable de la nacionalización del petróleo.

Es Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO), “El Mesías tropical” de 64 años, veterano político pragmático y nacionalista, luchador social asociado a una izquierda no marxista cuyo triunfo -luego de una jornada que cerró temprano con él como ganador indiscutible, sin crisis en los mercados- fue producto del hartazgo con la corrupción y la violencia bajo el PRI.

“Como nadie recorriste el país y entendiste su enojo. Como nadie capturaste el sentir de los indignados, los enfurecidos, los enojados. Años de democracia diluida, transición trastocada (…), pobreza lacerante. Años de sacar al PRI de Los Pinos para verlo regresar, más corrupto, más rapaz, más desalmado”.

“Y tú, el insurgente, ofreciste lo que tantos querían oír. La refundación. La transformación. El rompimiento con el viejo régimen. Invitaste al país a hacer historia contigo. Y la mayoría te acompañó; algunos con entusiasmo, otros con ambivalencia, muchos para darle un puntapié al priismo”.


Son palabras de la politóloga Denise Dresser, feroz crítica de lo que ella ha llamado la intolerancia, la incongruencia y el autoritarismo de AMLO, publicadas en carta abierta al ahora candidato ganador al día siguiente de su elección que otros denominan el “tsunami” de México.

Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), que AMLO funda en 2014 y que obtuvo mayoría en el Congreso y cinco gubernaturas, dista de ser un partido consolidado. Nace como un movimiento reformista, contrario al neoliberalismo, que ganó con una campaña contra la corrupción.

Su pariente más cercano en América Latina podría ser el peronismo. Aunque el contexto sea otro, tienen elementos en común: un líder carismático, una masa devota y una coalición que cubre gran parte del espectro político nacional.

Así como la personalidad política de AMLO es compleja, Morena es ecléctica. Cuenta con evangelistas y políticos cuya lealtad durará el tiempo que les convenga. También con aliados “moderados y radicales” quienes parecen entender “la importancia de la mesura para alcanzar las metas”, afirma en charla el analista René Delgado.

“Su triunfo constituye un paradigma; en los 18 años que lleva la democracia mexicana, la alternancia se había dado del centro a la derecha y de la derecha al centro. El reto es convertir la alternancia en alternativa”, acota Delgado.


Para Rubén Aguilar, integrante de la campaña de Ricardo Anaya quien pasó de ser candidato perdedor a líder de oposición minutos después de que el conteo rápido indicara la victoria de AMLO, el 1ero de julio no hubo “una elección convencional”.

“Los criterios técnicos y políticos que se utilizan para tratar de entender un proceso electoral (…) no aplican para hacerse una idea más o menos clara, de lo que realmente pasó”, escribe el también académico.

Lo que está claro es que arrasó la “izquierda política no violenta” y perdió la “derecha corrupta”, opina el politólogo Sergio Aguayo Quezada. El voto fue un sí tajante a la reconciliaciónlegal, pacífica e institucional, agrega el también investigador del Colegio de México en entrevista.

Y AMLO, quien ganó con 53% en una de las elecciones mas concurridas del país, ahora cuenta con un bono democrático incontrovertible. Pero no ha recibido un cheque en blanco. 

Además de que enfrentará “un forcejeo permanente”, donde ganará aquí y perderá allá, el futuro jefe de Estado deberá lograr un equilibrio entre su perfil populista con brochazos místicos y su nuevo papel de estadista sobrio cuyo mandato es remodelar las instituciones en un cambio profundo, sin rupturas.