sábado, febrero 26, 2005

Acusa EUA a Dora Maria Tellez, ex-comandante guerrillera sandinista, de "terrorista"




La ex-comandante guerrillera, ex-ministra de salud, ex-presidenta del Consejo de Estado de Nicaragua, Dora Mari�a Tellez, ha sido informada por la Embajada de Estados Unidos en Managua que no puede obtener visa para entrar a este país -tras haber sido invitada a dar una catedra en Harvard- por caer dentro de la clasificacion de terrorista.
Dora Mari�a ha sido una destacada mujer nicaraguense, luchadora contra la dictadura de Somoza, jefe, en la actualidad, de un partido legalmente constitui�do en Nicaragua: el Movimiento Renovador Sandinista.
Esto es un atropello. Si luchar contra una tirani�a es "terrorismo", Como justifican los EEUU su invasion a Iraq?
Espero que ustedes ayuden a protestar contra esto de cualquier manera que puedan. Es un buen caso para poner sobre el tapete la antojadiza definicion de "terrorismo" que aplica el Depto. de Estado.

Incluyo la carta que Dora Mari�a a la Dra. Vilma Nunez, Presidenta del Centro Nicaraguense de Derechos Humanos (CENIDH) Managua
Febrero 15, 2005
Estimada Vilma:
La Universidad de Harvard me hizo una invitacion para ocupar la catedra de Profesora Visitante de Estudios Latinoamericanos Robert Kennedy� durante el curso de primavera del presente ano.
Con el objetivo de preparar mi curso y mejorar mi inglés solicité ingreso a la Universidad de San Diego en California para el curso de verano del 2004, el cual fue aceptado, iniciando en marzo del año pasado los trámites para obtener una visa para ingresar a los Estados Unidos a realizar dichos estudios. En esa oportunidad el oficial consular encargado retuvo mi visa ordinaria, válida para un período de diez años, que me había sido concedido anteriormente.
Después de varias semanas, a mi requerimiento el Cónsul Luis Spada me indicó atentamente que mi solicitud debía esperar una resolución del Departamento de Estado. Luego de varios meses sin respuesta debí cancelar mis compromisos en la Universidad de San Diego y envié mi renuncia al nombramiento hecho por la Universidad de Harvard.
En días recién pasados, recibí una llamada del Consulado de los Estados Unidos de América y posteriormente me fue entregada una notificación oficial en la que se afirma no soy elegible para visa, ni admisible en el territorio norteamericano de acuerdo a la Sección 212(a)(3)B de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de los Estados Unidos que tipifica las actividades terroristas.
Comprendo perfectamente que mi presencia en los Estados Unidos no sea deseable de acuerdo al criterio de los funcionarios encargados del Departamento de Estado y que rechacen una solicitud de visa, sin embargo, no puedo admitir bajo ningún punto la calificación de terrorista, que en una documentación legal del gobierno de los Estados Unidos, se ha hecho en mi contra.
Los hechos de mi vida son y han sido públicos. La dictadura somocista me condenó a siete años de cárcel, acusándome de “asociación ilícita para delinquir” por militar en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y participar activamente en la lucha política y armada para su derrocamiento, de lo que me siento profundamente orgullosa.
Me siento orgullosa de haber estado combatiendo en el Frente Norte Carlos Fonseca, de haber participado en la toma del Palacio Nacional, de haber dirigido el Frente Occidental “Rigoberto López Pérez” y jefeado la insurrección de León hasta el derrocamiento de la dictadura.
¿Serán esos los delitos de terrorismo que me achaca el gobierno de los Estados Unidos? ¿O es que el Movimiento Renovador Sandinista, partido político de existencia legal en Nicaragua y que yo presido actualmente, ha sido incluido por el gobierno norteamericano en la lista de organizaciones terroristas?
La acusación que me hace el gobierno norteamericano atenta contra mis derechos humanos y no puedo menos que considerarla como una amenaza a mi vida, a mi seguridad, integridad y tranquilidad.
Dra. Núñez, recurro al CENIDH para solicitar su acompañamiento en las acciones que emprenderé para denunciar estos hechos, para procurar protección legal nacional e internacional a mi persona y para exigir al gobierno de los Estados Unidos de América que se retracte de sus dolosas acusaciones.
Agradeciendo su atención, me despido fraternalmente,
Dora María Téllez
Bo. Pancasán, II Etapa, No.83, Managua.
Correo electrónico: dtellez@cablenet.com.ni

Les mando artículo de Andrés Pérez Baltodano, sociólogo y profesor nicargüense radicado en Canadá, que elabora ideas sobre esta disposición.

El terrorismo discursivo de los Estados Unidos
Andrés Pérez Baltodano

Toronto. Hace dos semanas amanecí convertido en el amigo de una “terrorista”. Por obra y gracia del gobierno de los Estados Unidos, Dora María Téllez fue transformada en la equivalente moral de criminales de la talla de Timothy McVeigh, el responsable de la destrucción de un edificio en Oklahoma en 1995. Recordemos que en ese acto criminal murieron 168 personas, incluyendo 19 niños que se encontraban en la guardería infantil del edificio dinamitado.
Escribo para solidarizarme con Dora María y para protestar como nicaragüense. Y si tuvieramos un gobierno de verdad, demandaría como ciudadano que nuestra cancillería exigiera a la embajada estadounidense una explicación. Desdichadamente, ni Mr. Bolanos, ni Mr. Caldera, ni Mr. Stadthagen representan hoy los intereses de Nicaragua.
Al ensuciar el nombre de Dora María Téllez, los Estados Unidos irrespetan nuestra memoria colectiva, denigran nuestra historia e insultan a las mujeres y hombres que la han dignificado. Porque si Dora María es una terrorista, también lo fueron Augusto César Sandino y los patriotas de su “ejército loco”.
Dora María es tan terrorista como George Washington y los oficiales y soldados del Ejército Continental que lucharon para poner fin al dominio británico en las colonias americanas. Pero aclaremos: ella jamás cometió los actos de violencia perpetrados por gente como Francis Marion, el brutal rebelde americano que Holliwood transformó en la romántica figura de “El Patriota”, en la película del insufrible Mel Gibson.
Los “dueños” de la verdad
Las actuales leyes estadounidenses definen como terrorismo cualquier acto que “intente intimidar o coercionar a civiles con el objetivo de influir en la política de un gobierno . . . o afectar la conducta de un gobierno mediante acciones de destrucción masiva, asesinatos y secuestros”.
A nadie se le escapa que con esta definición tendrían que estar presos personajes como Henry Kissinger, por su responsabilidad en los bombardeos de Camboya y Viet Nam. El mismo George W. Bush y su padre tendrían que ser condenados por su responsabilidad en los bombardeos de Bagdad y Panamá respectivamente.
Pero por supuesto, los Estados Unidos tienen el poder para aplicar sus propias definiciones del bien y del mal. Así las cosas, los responsables del bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki no son terroristas y tampoco lo son los expertos estadounidenses que entrenaron a los ejércitos latinoamericanos en el arte del terror que formó parte de las “guerras de baja intensidad” en la región.
En la lógica del gobierno estadounidense, sin embargo, Dora María Téllez, sí es una terrorista, a pesar de que su heróica participación en la toma del Palacio Nacional fue dirigida contra algunos de los más altos y directos colaboradores de un régimen corrupto y criminal. Para Washington ella es una terrorista, a pesar de que la actividad guerrillera en la que Dora María participó con gran heroísmo, haya sido legitimada por el pueblo nicaragüense, por la comunidad internacional, y hasta por el mismo gobierno estadounidense que dio su reconocimiento al gobierno surgido del proceso revolucionario en 1979.
¿Se equivocan a propósito los Estados Unidos?
Hay dos posibles razones que explican por qué los Estados Unidos califican a alguien como Dora María Téllez como “terrorista”. La primera es política. La segunda es ideológica. La primera es cortoplacista. La segunda tiene profundas raíces históricas.
Dora María Téllez forma parte de la Convergencia Nacional que lidera el FSLN. Los Estados Unidos quieren enviar a esa organización un mensaje para recordarles que en la contabilidad de Washington, la Guerra Fría no ha terminado.
La segunda razón, decíamos, es ideológica y tiene que ver con la cultura política estadounidense. Los Estados Unidos son la cuna del pragmatismo transformador que vive del principio: “La verdad se construye con los hechos y es cualquier cosa que resulte conveniente”. Este pragmatismo es diferente al pragmatismo resignado que nos empuja a los nicaragüenses a asumir que la verdad está determinada por la realidad que Dios, la suerte y los Estados Unidos construyen para nosotros.
Así pues, el principio que orienta la definición del terrorismo que ha sido aplicada a Dora María no es la verdad sino la conveniencia. Una definición justa del terrorismo, fundamentada en valores universales, resulta insoportable para los gobiernos estadounidenses que prefieren operar con definiciones plásticas y desechables para acomodar la verdad y la ley a sus intereses.
Como dueños de sus propias definiciones del bien y del mal, los Estados Unidos pueden declarar que Ariel Sharon es --como lo hizo el Presidente Bush hace unos meses--, “un hombre de paz”. Y no olvidemos que Osama Bin Laden fue un “freedom fighter” mientras luchó contra los soviéticos y que Manuel Noriega fue un aliado de los Estados Unidos hasta que Washington decidió definirlo como su enemigo. Tampoco perdamos de vista que Washington proclama la liberación de las mujeres aplastadas por el Talibán en Afganistán como un triunfo de la democracia, al mismo tiempo que abraza y protege a la familia real de Arabia Saudita, un país en donde opera una “Policía de la Moralidad” que vigila y aterroriza a las mujeres.
Caen en su propia trampa
El terrorismo debe definirse sobre bases morales justas que se apliquen tanto a los débiles como a los poderosos. Así, una definición del terrorismo debe evitar el relativismo moral que se esconde detrás del argumento que defiende que el fin justifica los medios y que, por lo tanto, todo vale. Una definición del terrorismo también tiene que evitar las tramposas imprecisiones que le permiten hoy a los Estados Unidos declarar terrorista a alguien como Dora María Téllez, al mismo tiempo que la Casa Blanca nombra como asesor en materia de democracia y derechos humanos a Elliot Abrams, co-responsable de los crímenes perpetrados por la Contra en los 1980s.
Esto no es una sorpresa. El poder se ha arrogado siempre el derecho a definir y manipular la verdad. Y si esto necesita pruebas, visiten la “Galería de Fotos” de la invasión a Irak en la página web de la embajada estadounidense en Nicaragua. Descubrirán con sorpresa cómo reina el amor y la felicidad en ese país desde que fue bombardeado (http://managua.usembassy.gov/).
Pero todo poder es limitado, entre otras cosas porque como bien lo dijo Abraham Lincoln, nadie puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Los Estados Unidos trivializan su propia definición del terrorismo en la medida en que la aplicación de ese concepto atenta contra el sentido común y la dignidad de los pueblos. El caso de Dora María muestra que han empezado a caer en su propia trampa.
Por la defensa de la memoria histórica
La historia de la Revolución Sandinista es muy reciente y, por lo tanto, muchas de las figuras de ese frustrado experimento todavía pueden ser controversiales. Es fácil darse cuenta, sin embargo, que la historia de Nicaragua recogerá los nombres de las mujeres y los hombres que participaron en esa gesta, y honrará a aquellos que se mantuvieron fieles a sus ideales.
Que no quepa ninguna duda: el nombre de Dora María Téllez está llamado a ocupar un lugar especial en esa galería del honor nacional. El terrorismo discursivo que practican los Estados Unidos no logrará cambiar esta sencilla verdad.

martes, febrero 22, 2005

Casi 700 mil espectadores han escuchado a la vagina

Paparrucha, canoa, virginia, sope, sapo, bizcocho, concha, panocho y palomita son algunos de los nombres con los que en diversos países, incluyendo México, han bautizado a la vagina, órgano sexual que se desnuda y adquiere matices íntimos, lacerantes, crudos, divertidos en Los Monólogos de la vagina, que ya cumplió más de dos mil 700 presentaciones con casi 700 mil espectadores.
El germen de la obra nació a principios de los años 90, cuando la dramaturga estadunidense Eva Ensler —quien de niña sufrió abuso sexual y los maltratos de su padre y calló por miedo—, viajó a diversos países para entrevistar a más de 200 mujeres, cuyos testimonios recopiló en Los Monólogos.
“Estaba preocupada por las vaginas. Me preocupaba lo que pensamos sobre la vagina, y aún más que no pensáramos sobre ella. Así que hablé con más de 200 mujeres, mayores, jóvenes, casadas, solteras, lesbianas, profesoras universitarias, actrices, ejecutivas, prostitutas, caucásicas, afroamericanas, asiáticas, hispanas, blancas y judías”.
El resultado fue Los Monólogos de la vagina, que se estrenó en 1996 en un teatro marginal de Nueva York y ahora, casi una década después, ha sido traducida a 22 idiomas, recibido el Obie Award en Estados Unidos y recorrido el mundo sin descanso.
En México, donde lleva ya cinco años en varios teatros del D. F., ha tenido una aceptación impresionante y continuará presentándose en un pequeño teatro en atril del Hotel Meliá con apenas 300 butacas, que se abarrota siempre.
Hasta hoy, mucha gente regresa porque las actrices varían y por lo tanto, el espectáculo también. “La he visto cuatro veces y siempre me ha parecido que las actrices les ponen toques propios a los monólogos, así que es como si estuviera viendo otra obra”, dijo Adela González, una profesionista de 40 años que se autocalificó una “fan” del espectáculo.
“Es una obra muy interesante porque estás siempre hablándole al público,” dijo a Crónica Diana Bracho, quien ha sido la voz de La Abuela en la obra durante muchísimas representaciones. “No es un espectáculo de chistes sexuales para nada...”, agregó la actriz.
En efecto, la obra incluye testimonios de mujeres que sufrieron mutilaciones genitales, como lo refleja el monólogo de la Mujer de Bosnia y el de una anciana que cerró “su changarro” a los 18 años porque sufría “inundaciones vaginales terribles” y decidió nunca más experimentar su sexualidad.
Los Monólogos... oscila entre divertida e impactante. Indaga con gracia y elegancia el íntimo universo femenino.
Sin ser diatribas radicales feministas, sí tocan temas tabúes, como el cabello vaginal, su olor, la masturbación, los orgasmos, las violaciones, las menstruaciones, las secreciones, las mutilaciones, y hasta cómo se vestirían las vulvas y qué dirían si hablaran.
Es una suerte de homenaje, un reconocimiento a la existencia de las vaginas, que busca crear conciencia de que las vulvas son parte de las mujeres, como los penes son de los hombres.
Así de sencillo y de complicado, pero en todo caso, nada vergonzoso.
Sin duda, la obra es una liberadora creación, que apoya las demandas de grupos feministas y permitió a Ensler fundar el Día V, un movimiento global contra la violencia hacia las mujeres que promueve eventos creativos para crear conciencias sobre el tema y se conmemora el 14 de febrero todos los años.
ELENCO. Muchas actrices y mujeres famosas han apoyado la causa V de Ensler en el mundo, mismas que han participado en la puesta en escena, como Susan Sarandon, Whoopi Goldberg, Winona Ryder, Sophie Dahl, Jerry Hall, Kate Winslet, Cate Blanchett y Melanie Griffith.
En México, desde que su estreno, han subido al escenario minimalista de Los Monólogos cerca de 40 mujeres como Diana Bracho, Ofelia Medina, Cristina Pacheco, Anabel Ochoa, Andrea Legarreta, Lilia Aragón, Laura Luz y Pía Aun, quienes se han apropiado de las voces de las tres protagonistas, que representan una Mujer Joven, una Madura y una Abuela.
Para Laura Luz, quien “aterrada” estrenó en su papel de la Mujer Madura el pasado jueves, esa noche la respuesta del público fue “tensa, fuerte” los primeros 15 minutos, pero después “la gente se empezó a relajar, se soltó y se dejó llevar por las historias“.
Pero en opinión de Pía Aun, que ya es una veterana de Los Monólogos como intérprete de la mujer joven que recrea el monólogo de los “gemidos” de la vagina y El Triple Orgasmo, la reacción del público es variadísima.
“Nos puede tocar un público que se pone nervioso y tenso y prácticamente no respira durante la función, o uno completamente participativo, que comenta cosas. En general, la gente realmente se engancha con la función, entra en la dinámica porque como es un espacio pequeño, logra crear una sensación de intimidad muy grande“, dijo la actriz a Crónica.
Sobre el monólogo del Triple Orgasmo, que la semana pasada interpretó Yolanda Ventura con una magistral recreación de una mujer que se sorprende porque logra experimentar tres memorables orgasmos, Pía reflexionó: “No te lo puedes tomar muy a pecho, evidentemente es teatro y definitivamente lleva una carga de comicidad, entonces es jugar con lo que podría ser aspectos de un orgasmo pero satirizarlo un poco para que sea menos fuerte y para que sea más divertido”.
Y enfatizó la importancia de lograr que el público se divierta. “Siento que el elemento principal del Triple Orgasmo es que tiene que ser divertido, es como el punto culminante al que queremos llevar al público para que saque todo lo que ha venido guardando durante la función y se ría y se divierta. Sí es un tanto real, pero también tiene que ser muy, muy lúdico”.
Sin referirse al monólogo del Triple Orgasmo, Diana Bracho opinó que el “gran peligro” de la obra es que se presta al chacoteo, a buscar “que el público sea tu cómplice, se ría de todos los chistes que haces, te esté celebrando todo lo que dices...”
Ella prefiere la sutileza del actor: “Lo que me gusta de esta obra es que me obliga a un rigor de no hacer chistoretes, a ser sutil. No me importa que la gente no se carcajee de todo. Yo percibo que la gente está disfrutando aunque no se carcajee. Es más sutil lograr una sonrisa de complicidad. Ese es mi gran reto, porque es una obra que se presta a la risa fácil, al chacoteo...”
Y es que Los Monólogos tratan de penetrar el misterio del corazón de las mujeres, que ubica en la vagina, y en el proceso no deja nada a la imaginación.
Para Ensler, esto es casualmente la clave del éxito de su obra. Se esté o no de acuerdo con la dramaturga, lo cierto es que Los Monólogos es una puesta impresionante, y es innegable que lo es por su crudeza, su franqueza.

Sondeo
Adela, 40 años “La he visto cuatro veces y siempre me ha parecido que las actrices les ponen toques propios a los monólogos.
Bela, 36 años Nos presentan el tema con mucha naturalidad, eliminando prejuicios e ideas falsas sobre la sexualidad femenina con un toque de humor estupendo.
Alberto, 42 años Muy buena obra. Lo tiene todo, original, ingeniosa y hasta educativa. Creo que no nos vendría mal unos monólogos del cabezón.

Hablan las actrices
* No son chistes sexuales: Diana Bracho “A mí me invitó Morris y me quedé como de casa. Hago La Abuela. Los datos fuertes, como las muertas de Juárez. El último monólogo: Yo estuve ahí es de Eve Ensler, el nacimiento de su primera nieta... Este es el que más me toca porque soy abuela y estuve en el nacimiento de mis dos nietas y cada vez que ensayábamos, lloraba... más me costaba porque cada vez que lo hago me acuerdo de mi hija pariendo. Pero cada monólogo me mueve cosas diferentes. Por ejemplo, el de la mujer anciana que cerró el changarro a los 18 años porque sufría inundaciones vaginales terribles y decidió nunca más experimentar su sexualidad... Me encanta el de Mi Vagina está encabronada, porque justamente yo no soy así y me ha sacado cosas nuevas pero con mucho humor, burlándome de todos los que maltratan a la vagina, más que sintiéndome víctima porque no me gusta eso de hacerme la víctima. ¿Morbo? No, uno lo tiene que hacer con la convicción de que está uno hablando de algo muy íntimo, muy importante y muy profundo. No es un espectáculo de chistes sexuales para nada...”
* Le agregué mi propio toque: Laura Luz
“Estaba aterrada, tenía muchos miedos, la adrenalina estaba a todo lo que da... Muy rico. El texto tiene un valor que a veces uno subestima. El decir tantas cosas que a lo mejor eran para ti ajenas, escuchar monólogos de mis compañeras...” La respuesta del público, ¿había morbo? los primeros 15 minutos, quizá, pero después se empezaron a relajar, se soltaron y se dejaron llevar por las historias, por la manera de contarlas. Pero sí empezó fuerte. Sentí algo como así, de larguito... Es una obra de teatro que está dejando huella en todos los países donde se está representando. El monólogo del Taller de la Vagina es el más me gustó. Le agradezco mucho al director Jaime Matarredona porque nos deja ser nosotras, te pide darle tu propio toque, entonces yo le pedí que me diera la oportunidad de probar alguna cosa nueva porque copiar a una compañera no se vale.” Ella le añadió al texto ¿me explico? y la forma de decir vagina en un tono bajito, íntimo...”
* Hay que ponerle comicidad: Pía Aun Para ella, que hace el monólogo del Triple Orgasmo y está con la obra desde hace tres años, “no te lo puedes tomar muy a pecho, evidentemente es teatro y definitivamente lleva una carga de comicidad, entonces es jugar con lo que podría ser aspectos de un orgasmo pero satirizarlo un poco para que sea menos fuerte y para que sea más divertido. Siento que el elemento principal del Triple Orgasmo es que tiene que ser divertido, es como el punto culminante al que queremos llevar al público para que saque todo lo que ha venido guardando durante la función y se ría y se divierta. Sí es un tanto real, pero también tiene que ser muy, muy lúdico. La reacción del público es variadísima. Nos puede tocar un público que se pone nervioso y tenso y prácticamente no respira durante la función, y nos puede tocar un público completamente participativo, o uno que comenta cosas... Pero la mayor parte del tiempo el público realmente se engancha con la función.

¿Quién es Eve Ensler? Eve Ensler es una mujer multifacética. Distribuye su tiempo en diversas actividades: es poeta, activista, autora teatral y guionista cinematográfica. Pero, ante todo, es una mujer atractiva, con pelo oscuro y flequillo recto, de unos cuarenta y pico sin marcas. Ensler se crió en Scarsdale, Nueva York, en una familia de clase media. Su padre era ejecutivo de una compañía de alimentos y murió hace diez años; su madre era ama de casa. El recuerdo de su infancia sólo le provoca dolor. De niña sufrió el abuso sexual y los maltratos de su padre, pero optó por callar durante muchos años por miedo a perder su familia. “Abusó constantemente de mí, tanto física como sexualmente de los primeros años. Me golpeaba con la hebilla del cinturón, me daba palizas, me arrojaba al suelo. Me ultrajó en forma absoluta y totalmente impropias. El abuso sexual cesó cuando cumplí 10 años. Los castigos físicos persistieron”. A Eve no le agrada conversar sobre su infancia. No se avergüenza, pero tampoco quiere que la tomen como víctima. Sólo le preocupa que traten con dignidad a las mujeres y a las vaginas. Esa preocupación se convirtió rápidamente en el boceto de Los Monólogos. Todo comenzó una tarde en la que Eve fue a entrevistar a una amiga. El tema en cuestión era la menopausia, pero la conversación pasó, irremediablemente, a la vagina. El diálogo fue el punto de partida para pensar el tema de esta obra exitosa, pero también funcionó como un recurso importantísimo para su composición. Para Eve, la entrevista es una buena pista para encontrar sus obras. “Porque soy una dramaturga y porque mi método de trabajo siempre ha sido realizar muchas entrevistas antes de escribir una obra. Por lo tanto, a medida que iba realizando estas entrevistas percibía que de ahí iba a nacer un monólogo o una obra de teatro. En los últimos 20 años he practicado el sistema de entrevistas como paso previo al desarrollo dramático. Es una técnica fundamental para poder escribir una pieza de teatro”.

viernes, febrero 18, 2005

Gabo, en el Tejado

Casi escondido en una butaca del Teatro 1 del Centro Cultural Telmex, Gabriel García Márquez intentaba pasar una velada tranquila, fuera de su tradicional guarida, para asistir, flanqueado por su esposa Mercedes, Angeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín, al Violinista en el tejado, obra musical que protagoniza su amigo Pedro Armendáriz, pero, fue inevitable, la prensa lo descubrió.
Primero mantuvo una sonrisa cálida, casi tímida, sin decir una palabra, mientras dos o tres periodistas se empeñaban en sacarle una declaración ante la mirada protectora de su esposa, de Mastretta y de un altísimo Aguilar Camín que, de pie, no pudo detener a quienes parecían quererse tragar a Gabo.
Las dos parejas acudieron a la representación número 100 de la clásica obra musical en la que desde noviembre pasado Armendáriz encarna al legendario lechero judío ruso Tevye. Naturalmente, la prensa había sido invitada a la celebración y estaba por doquier.
Al autor de Memorias de mis putas tristes no le quedó opción que incorporarse de su asiento y responder a una periodista para decirle, con toda la calma y amabilidad del mundo, que sí, que estaba disfrutando la obra.
Era la tercera llamada y el show basado en los cuentos de Sholem Aleichem, que Manolo Fábregas trajo a México en 1994, debía continuar. Las cámaras no lo alcanzaron. No pudieron entrar hasta el final de la obra, a la hora de la develación de la placa, cuando subieron Jacobo Zabludowsky y Lolita Ayala al escenario, y ya García Márquez y sus amigos habían abandonado la sala.
A la gran mayoría que abarrotó el recinto la noche del miércoles pasado y no reconoció a Gabo, Zabludowsky, tras calificar al autor de Cien años de soledad como “el mejor contador de historias en la actualidad”, confirmó que había estado ahí pero que, temeroso de ser reconocido, había salido del teatro al nomás terminada la función.
El público estalló en un sonoro aplauso.
TRADICIÓN. Zabludowsky destacó que Violinista en el tejado, a la que han asistido más de 150 mil personas en tres meses de temporada, es una obra que después de muchos años demuestra que los auténticos valores humanos están más allá de las creencias, los ritos y las religiones.
“Nos damos cuenta cómo en un pequeño pueblo llamado Anatevka existe el amor, la honestidad y fuertes tradiciones que se mantienen vivas frente al prejuicio y el odio; demuestra que un pueblo que se ve obligado a salir y al que se le quita todo, lo único que no le pueden quitar es el espíritu”, expresó.
Violinista en el Tejado, que relata la historia de Tevye —quien se enfrenta a sus tradiciones a través de sus hijas, que lo llevan a romper sus creencias en una Rusia hostil y caótica—, representa el debut de Armendáriz como actor en una obra musical.
Por las ovaciones que recibió la noche del miércoles cada vez que entonaba las reflexiones líricas de Tevye, fue obvio que el público estuvo encantado con su flamante talento de cantante.
“Es una excelente producción. A Armendáriz lo veo excelente, muy simpático, muy agradable, muy en su papel. Y no sabía que pudiera cantar: canta muy bien”, dijo el abogado Jorge Sánchez Salgado.
Para Gabriel Gallardo, quien ha visto la puesta dos veces, se trata de un hit. “Es la segunda vez que la veo y la encuentro maravillosa. Pedro está extraordinario...”.
—¿Sabe cantar?
—Canta y baila, pero fue una sorpresa. Lo dijo Fela Fábregas, si hubiera visto esto Manolo le hubiera encantado... Pero Manolo cantaba y hablaba como judío y él no, el habla como Pedro Armendáriz“, agregó Gallardo.
Armendáriz, quien ha actuado en más de 150 películas y varias telenovelas, ha dicho que el personaje de Tevye es “muy vigente, con el que yo me identifico porque tengo hijos, hijas, nietas, y esta cosa de la tradición, tuve un padre por el que me dicen siempre: ‘¡Ah!, la tradición de los Armendáriz’, la tradición artística de nosotros, de los actores, por eso entiendo todo ese rollo”.
Violinista... es, sin duda, uno de los grandes musicales de la historia, que en México ha acaparado la atención de un público diverso, por los temas que aborda: el respeto a las tradiciones, la unión y amor familiar, el despertar a la vida y los anhelos personales, el rechazo a la intolerancia y cualquier tipo de discriminación.
La producción a cargo de Federico González Compeán y Morris Gilbert, tiene un libreto de Joseph Stein, música de Larry Bock y letras de Sheldon Harnick.
Violinista en el tejado es estelarizada también por Silvia Mariscal, Laura Cortés, Beatriz Martínez, Gilberto Páez Gallardo, Luis René Aguirre, Andrea Suárez y Eva Padrón.

* Violinista en el tejado se estrenó el 22 de septiembre de 1964 en Nueva York con Zero Mostel en el papel principal
* Hizo 3 mil 242 funciones en el Teatro Imperial de Nueva York, ganó 9 premios Tony, que se entregan a lo mejor del teatro de Broadway.
* En 1971 la historia fue llevada a la pantalla grande por Topol, Norma Crane y Molly Picon.
* La versión cinematográfica obtuvo tres premios Oscar de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de EU.
* En México, se montó por primera vez en 1994, y Manolo Fábregas protagonizó al lechero Teyve.
* Actualmente la obra se encuentra nuevamente en la cartelera de Broadway, y recientemente recibió nuevamente seis nominaciones a los premios Tony.
*En México se presenta en el Centro Cultural Telmex, Teatro 1, Avenida Chapultepec, esquina avenida Cuauhtémoc, Colonia Roma Sur. Duración: 180 minutos, en dos actos. Funciones: Miércoles, jueves y viernes 20:00 horas; sábados 17 y 21:00; domingos 13:30 y 18 horas.