Paparrucha, canoa, virginia, sope, sapo, bizcocho, concha, panocho y palomita son algunos de los nombres con los que en diversos países, incluyendo México, han bautizado a la vagina, órgano sexual que se desnuda y adquiere matices íntimos, lacerantes, crudos, divertidos en Los Monólogos de la vagina, que ya cumplió más de dos mil 700 presentaciones con casi 700 mil espectadores.
El germen de la obra nació a principios de los años 90, cuando la dramaturga estadunidense Eva Ensler —quien de niña sufrió abuso sexual y los maltratos de su padre y calló por miedo—, viajó a diversos países para entrevistar a más de 200 mujeres, cuyos testimonios recopiló en Los Monólogos.
“Estaba preocupada por las vaginas. Me preocupaba lo que pensamos sobre la vagina, y aún más que no pensáramos sobre ella. Así que hablé con más de 200 mujeres, mayores, jóvenes, casadas, solteras, lesbianas, profesoras universitarias, actrices, ejecutivas, prostitutas, caucásicas, afroamericanas, asiáticas, hispanas, blancas y judías”.
El resultado fue Los Monólogos de la vagina, que se estrenó en 1996 en un teatro marginal de Nueva York y ahora, casi una década después, ha sido traducida a 22 idiomas, recibido el Obie Award en Estados Unidos y recorrido el mundo sin descanso.
En México, donde lleva ya cinco años en varios teatros del D. F., ha tenido una aceptación impresionante y continuará presentándose en un pequeño teatro en atril del Hotel Meliá con apenas 300 butacas, que se abarrota siempre.
Hasta hoy, mucha gente regresa porque las actrices varían y por lo tanto, el espectáculo también. “La he visto cuatro veces y siempre me ha parecido que las actrices les ponen toques propios a los monólogos, así que es como si estuviera viendo otra obra”, dijo Adela González, una profesionista de 40 años que se autocalificó una “fan” del espectáculo.
“Es una obra muy interesante porque estás siempre hablándole al público,” dijo a Crónica Diana Bracho, quien ha sido la voz de La Abuela en la obra durante muchísimas representaciones. “No es un espectáculo de chistes sexuales para nada...”, agregó la actriz.
En efecto, la obra incluye testimonios de mujeres que sufrieron mutilaciones genitales, como lo refleja el monólogo de la Mujer de Bosnia y el de una anciana que cerró “su changarro” a los 18 años porque sufría “inundaciones vaginales terribles” y decidió nunca más experimentar su sexualidad.
Los Monólogos... oscila entre divertida e impactante. Indaga con gracia y elegancia el íntimo universo femenino.
Sin ser diatribas radicales feministas, sí tocan temas tabúes, como el cabello vaginal, su olor, la masturbación, los orgasmos, las violaciones, las menstruaciones, las secreciones, las mutilaciones, y hasta cómo se vestirían las vulvas y qué dirían si hablaran.
Es una suerte de homenaje, un reconocimiento a la existencia de las vaginas, que busca crear conciencia de que las vulvas son parte de las mujeres, como los penes son de los hombres.
Así de sencillo y de complicado, pero en todo caso, nada vergonzoso.
Sin duda, la obra es una liberadora creación, que apoya las demandas de grupos feministas y permitió a Ensler fundar el Día V, un movimiento global contra la violencia hacia las mujeres que promueve eventos creativos para crear conciencias sobre el tema y se conmemora el 14 de febrero todos los años.
ELENCO. Muchas actrices y mujeres famosas han apoyado la causa V de Ensler en el mundo, mismas que han participado en la puesta en escena, como Susan Sarandon, Whoopi Goldberg, Winona Ryder, Sophie Dahl, Jerry Hall, Kate Winslet, Cate Blanchett y Melanie Griffith.
En México, desde que su estreno, han subido al escenario minimalista de Los Monólogos cerca de 40 mujeres como Diana Bracho, Ofelia Medina, Cristina Pacheco, Anabel Ochoa, Andrea Legarreta, Lilia Aragón, Laura Luz y Pía Aun, quienes se han apropiado de las voces de las tres protagonistas, que representan una Mujer Joven, una Madura y una Abuela.
Para Laura Luz, quien “aterrada” estrenó en su papel de la Mujer Madura el pasado jueves, esa noche la respuesta del público fue “tensa, fuerte” los primeros 15 minutos, pero después “la gente se empezó a relajar, se soltó y se dejó llevar por las historias“.
Pero en opinión de Pía Aun, que ya es una veterana de Los Monólogos como intérprete de la mujer joven que recrea el monólogo de los “gemidos” de la vagina y El Triple Orgasmo, la reacción del público es variadísima.
“Nos puede tocar un público que se pone nervioso y tenso y prácticamente no respira durante la función, o uno completamente participativo, que comenta cosas. En general, la gente realmente se engancha con la función, entra en la dinámica porque como es un espacio pequeño, logra crear una sensación de intimidad muy grande“, dijo la actriz a Crónica.
Sobre el monólogo del Triple Orgasmo, que la semana pasada interpretó Yolanda Ventura con una magistral recreación de una mujer que se sorprende porque logra experimentar tres memorables orgasmos, Pía reflexionó: “No te lo puedes tomar muy a pecho, evidentemente es teatro y definitivamente lleva una carga de comicidad, entonces es jugar con lo que podría ser aspectos de un orgasmo pero satirizarlo un poco para que sea menos fuerte y para que sea más divertido”.
Y enfatizó la importancia de lograr que el público se divierta. “Siento que el elemento principal del Triple Orgasmo es que tiene que ser divertido, es como el punto culminante al que queremos llevar al público para que saque todo lo que ha venido guardando durante la función y se ría y se divierta. Sí es un tanto real, pero también tiene que ser muy, muy lúdico”.
Sin referirse al monólogo del Triple Orgasmo, Diana Bracho opinó que el “gran peligro” de la obra es que se presta al chacoteo, a buscar “que el público sea tu cómplice, se ría de todos los chistes que haces, te esté celebrando todo lo que dices...”
Ella prefiere la sutileza del actor: “Lo que me gusta de esta obra es que me obliga a un rigor de no hacer chistoretes, a ser sutil. No me importa que la gente no se carcajee de todo. Yo percibo que la gente está disfrutando aunque no se carcajee. Es más sutil lograr una sonrisa de complicidad. Ese es mi gran reto, porque es una obra que se presta a la risa fácil, al chacoteo...”
Y es que Los Monólogos tratan de penetrar el misterio del corazón de las mujeres, que ubica en la vagina, y en el proceso no deja nada a la imaginación.
Para Ensler, esto es casualmente la clave del éxito de su obra. Se esté o no de acuerdo con la dramaturga, lo cierto es que Los Monólogos es una puesta impresionante, y es innegable que lo es por su crudeza, su franqueza.
Sondeo
Adela, 40 años “La he visto cuatro veces y siempre me ha parecido que las actrices les ponen toques propios a los monólogos.
Bela, 36 años Nos presentan el tema con mucha naturalidad, eliminando prejuicios e ideas falsas sobre la sexualidad femenina con un toque de humor estupendo.
Alberto, 42 años Muy buena obra. Lo tiene todo, original, ingeniosa y hasta educativa. Creo que no nos vendría mal unos monólogos del cabezón.
Hablan las actrices
* No son chistes sexuales: Diana Bracho “A mí me invitó Morris y me quedé como de casa. Hago La Abuela. Los datos fuertes, como las muertas de Juárez. El último monólogo: Yo estuve ahí es de Eve Ensler, el nacimiento de su primera nieta... Este es el que más me toca porque soy abuela y estuve en el nacimiento de mis dos nietas y cada vez que ensayábamos, lloraba... más me costaba porque cada vez que lo hago me acuerdo de mi hija pariendo. Pero cada monólogo me mueve cosas diferentes. Por ejemplo, el de la mujer anciana que cerró el changarro a los 18 años porque sufría inundaciones vaginales terribles y decidió nunca más experimentar su sexualidad... Me encanta el de Mi Vagina está encabronada, porque justamente yo no soy así y me ha sacado cosas nuevas pero con mucho humor, burlándome de todos los que maltratan a la vagina, más que sintiéndome víctima porque no me gusta eso de hacerme la víctima. ¿Morbo? No, uno lo tiene que hacer con la convicción de que está uno hablando de algo muy íntimo, muy importante y muy profundo. No es un espectáculo de chistes sexuales para nada...”
* Le agregué mi propio toque: Laura Luz
“Estaba aterrada, tenía muchos miedos, la adrenalina estaba a todo lo que da... Muy rico. El texto tiene un valor que a veces uno subestima. El decir tantas cosas que a lo mejor eran para ti ajenas, escuchar monólogos de mis compañeras...” La respuesta del público, ¿había morbo? los primeros 15 minutos, quizá, pero después se empezaron a relajar, se soltaron y se dejaron llevar por las historias, por la manera de contarlas. Pero sí empezó fuerte. Sentí algo como así, de larguito... Es una obra de teatro que está dejando huella en todos los países donde se está representando. El monólogo del Taller de la Vagina es el más me gustó. Le agradezco mucho al director Jaime Matarredona porque nos deja ser nosotras, te pide darle tu propio toque, entonces yo le pedí que me diera la oportunidad de probar alguna cosa nueva porque copiar a una compañera no se vale.” Ella le añadió al texto ¿me explico? y la forma de decir vagina en un tono bajito, íntimo...”
* Hay que ponerle comicidad: Pía Aun Para ella, que hace el monólogo del Triple Orgasmo y está con la obra desde hace tres años, “no te lo puedes tomar muy a pecho, evidentemente es teatro y definitivamente lleva una carga de comicidad, entonces es jugar con lo que podría ser aspectos de un orgasmo pero satirizarlo un poco para que sea menos fuerte y para que sea más divertido. Siento que el elemento principal del Triple Orgasmo es que tiene que ser divertido, es como el punto culminante al que queremos llevar al público para que saque todo lo que ha venido guardando durante la función y se ría y se divierta. Sí es un tanto real, pero también tiene que ser muy, muy lúdico. La reacción del público es variadísima. Nos puede tocar un público que se pone nervioso y tenso y prácticamente no respira durante la función, y nos puede tocar un público completamente participativo, o uno que comenta cosas... Pero la mayor parte del tiempo el público realmente se engancha con la función.
¿Quién es Eve Ensler? Eve Ensler es una mujer multifacética. Distribuye su tiempo en diversas actividades: es poeta, activista, autora teatral y guionista cinematográfica. Pero, ante todo, es una mujer atractiva, con pelo oscuro y flequillo recto, de unos cuarenta y pico sin marcas. Ensler se crió en Scarsdale, Nueva York, en una familia de clase media. Su padre era ejecutivo de una compañía de alimentos y murió hace diez años; su madre era ama de casa. El recuerdo de su infancia sólo le provoca dolor. De niña sufrió el abuso sexual y los maltratos de su padre, pero optó por callar durante muchos años por miedo a perder su familia. “Abusó constantemente de mí, tanto física como sexualmente de los primeros años. Me golpeaba con la hebilla del cinturón, me daba palizas, me arrojaba al suelo. Me ultrajó en forma absoluta y totalmente impropias. El abuso sexual cesó cuando cumplí 10 años. Los castigos físicos persistieron”. A Eve no le agrada conversar sobre su infancia. No se avergüenza, pero tampoco quiere que la tomen como víctima. Sólo le preocupa que traten con dignidad a las mujeres y a las vaginas. Esa preocupación se convirtió rápidamente en el boceto de Los Monólogos. Todo comenzó una tarde en la que Eve fue a entrevistar a una amiga. El tema en cuestión era la menopausia, pero la conversación pasó, irremediablemente, a la vagina. El diálogo fue el punto de partida para pensar el tema de esta obra exitosa, pero también funcionó como un recurso importantísimo para su composición. Para Eve, la entrevista es una buena pista para encontrar sus obras. “Porque soy una dramaturga y porque mi método de trabajo siempre ha sido realizar muchas entrevistas antes de escribir una obra. Por lo tanto, a medida que iba realizando estas entrevistas percibía que de ahí iba a nacer un monólogo o una obra de teatro. En los últimos 20 años he practicado el sistema de entrevistas como paso previo al desarrollo dramático. Es una técnica fundamental para poder escribir una pieza de teatro”.
martes, febrero 22, 2005
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