sábado, noviembre 11, 2006

Se identifica con el águila y se define como la lluvia: María Vázquez






Se identifica con el águila y se define como la lluvia: María Vázquez

* La lírica zacatecana participó en el "Festival Las Lenguas deAmérica".
Por María Lourdes Pallais.
México, 18 Oct (Notimex).- Se define como la lluvia, nunca hubiera sido celadora y aunque considera un cliché hacer un paralelo entre la bohemia y la poesía, admite que ella al menos, prefiere no tener los pies, a no ser que esté descalza, en la tierra.
"La poesía es sinónimo de desapego y de vuelo, cualidades vinculadas a la bohemia", confiesa María Vázquez Valdez, poeta, editora y traductora originaria de Zacatecas, donde presentó "Rayuela de Museos" en la VII Feria del Libro y la Lectura, en fecha reciente.
El texto, que describe las maravillas de 14 de esos recintos en el mundo -como el Louvre y el D" Orsay en Francia; el Hermitage, el Metropolitano y el de Arte Moderno de Estados Unidos y el Museo del Cairo en Egipto-, es una de sus cuatro obras narrativas publicadas.
Cuando no escribe poesía, "vivo en la locura", asegura. Y es que además de que lleva años involucrada en diversos proyectos editoriales, trabaja a tiempo completo como editora y traductora en Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE).
Es también la traductora oficial de Margaret Randall, cuya más reciente obra poética, "Dentro de otro tiempo: reflejo del Gran Cañón", acaba de presentar en México. La semana pasada el dúo participó en el Festival Las Lenguas de América.
En el encuentro, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM, también participaron líricas mexicanas e indígenas, con poemas en zapoteco, huichol, totonaca, tzotzil y náhuatl, así como quechua, guaraní, portugués, francés e inglés.
Que la poesía tenga más lectores de otras culturas la motivó a profesionalizarse como traductora, hasta convertirse en un puente lírico entre Margaret Randall, la reconocida autora de "Todas estamos despiertas", y los países de habla hispana, especialmente México.
En efecto, como traductora, la mueve "la voluntad de que esa poesía tenga más lectores, de disminuir la barrera del idioma a favor del poema; pero también de compartir con otros poetas (la obra de Randall), entrar a esos mundos y participar de ellos".
A María, de 35 años, la une con Margaret, de 70, una "amistad entrañable" que surgió hace cinco años, cuando la buscó para incluir su trabajo lírico en un libro de entrevistas "Voces Desdobladas", que retrata tres poetas estadounidenses y tres mexicanas.
En la obra, la autora no buscó hacer un paralelo con la poesía de Randall, Elsa Cross, Isabel Fraire, Mónica Mansour, Sharon Olds y Anne Waldman -las elegidas para su texto-, sino reunir "sus palabras" y añadir sus rostros "desdoblados" en seis fotografías.
Confiesa que el grupo sí tiene rasgos en común: el ángulo que las une es "la fuerza, la pasión y el oficio". Además de tener vínculos políticos, culturales y cercanía geográfica, todas han hecho "un voto a la poesía" y han vivido "con, por y para la palabra".
El compromiso de María como poeta y autora es ser "un canal de la época que me ha tocado vivir". Lo hace con su propia poesía, busca reunir trayectorias de sus contemporáneas y dibujar "siluetas que importen el origen y el devenir" de esa obra lírica.
Con Cross, una practicante del yoga, la meditación y seguidora de las creencias de la India, siente una afinidad de intereses que surgen de "la curiosidad por indagar en cuestiones en forma espiritual", asuntos en los que la zacatecana también se interesa.
Y es que para María, quien se identifica con el águila porque le gustan las alturas y los objetivos claros, escribir, traducir y leer poesía le produce una "especie de trance", un deleite "incomparable", en especial cuando se convierte en "un canal claro", argumenta.
En plática con Notimex en el bullicioso restaurante del Palacio de Bellas Artes, María reflexiona: "Pero si me pudiera convertir en animal, escogería ser una ballena gris, porque creo que son seres muy inteligentes y sabios, mucho más que los humanos".
Así piensa desde que leyó "Cosmos", de Carl Sagan, quien escribe que "un canto de ballena puede tener tal cantidad de información como una biblioteca" y que viajan desde el Artico para tener sus crías, lo que, para María es "como Nirvana, una meditación en movimiento".
Cierra sus lánguidos ojos negros y mueve su pálido rostro casi escondiéndolo con su larga cabellera, también negra, antes de abundar:
"Los cachalotes tienen la energía para saltar y sumergirse con su enorme peso, y la delicadeza de acompañar una lancha y no voltearla. Yo los he visto en Baja California, los he tocado y he visto su mirada. Son seres portentosos".
Y luego se queja: "desafortunadamente durante generaciones en muchos países se ha llevado a cabo una caza indiscriminada de ballenas desde una salvaje inconsciencia, dejando de lado el estudio y la comprensión de tantos enigmas".
Ballena o águila, la palabra favorita de María es inteligencia, cualidad que trasmite con su presencia casi etérea, quizá porque siempre quiere volar pero se lo impide el peso del pensamiento razonado que transmite, si no en su poesía, sin duda en sus ensayos.
NTX/MLP/2006-10-18,12:25

Cumple María Luisa Dehesa más de medio siglo como arquitecta








Cumple María Luisa Dehesa más de medio siglo como arquitecta

* Con su tesis para construir un cuartel militar en los años 30, conquistó esos "sagrados espacios" masculinos.
Por María Lourdes Pallais.

México, 11 Oct (Notimex).- A los 11 años, montaba a caballo a pelo, ordeñaba vacas y cuando su padre salía de viaje, con un revólver patrullaba la casa materna en Xalapa. Sus lecturas preferidas, las aventuras de Tarzán y de Búfalo Bill.

Es María Luisa Dehesa Gómez Farías, la primera mujer arquitecta de México, quien en 1939, con su tesis "Cuartel de Artillería Tipo", rompió la tradición de que esos "sagrados despachos" eran un espacio reservado para los hombres.

Siempre fue buena dibujante, pero fue su madre, María Luisa Gómez Farías y Canedo, quien la impulsó a estudiar arquitectura. Y es que la hija de Benito Gómez Farías, ministro de México en Londres a principios del siglo pasado, era una mujer de avanzada.

"Mi madre era autodidacta, ya que se había cultivado sola leyendo mucho, pero más que esto tenía una inteligencia superior", relata Doña María Luisa, ahora miembro de la Academia Mexicana de Arquitectura y nieta de Teodoro Dehesa, ex gobernador de Veracruz.

De los primeros años de revolución, cuando "istas" ("villistas, zapatistas, carrancistas") combatían entre sí, la arquitecta recuerda con particular precisión cuando, para protegerla, su madre la escondía cubriéndole el rostro pálido de refinados rasgos con carbón.

Al terminar sus estudios de arquitectura en la Real Academia de San Carlos en la Ciudad de México, descubrió que el mayor índice de delincuencia se daba entre hijos de soldados que carecían de viviendas. Así, quiso hacer su tesis sobre un cuartel de artillería.

Además, como tenía "mil ojos observándome", para graduarse no podía elaborar un proyecto para una sala de maternidad sino una propuesta "masculina, fuerte". Por eso, la idea de proponer la construcción de un cuartel le cayó como anillo al dedo.

Son algunos de los detalles que hoy, casi medio siglo después, la arquitecta de 94 años recuerda en charla con Notimex, días después de recibir un "emocionante" homenaje en el Colegio de Arquitectos al que asistió acompañada de su hija menor, Elizabeth Millán de Guerra.

Tener el privilegio de conocer a una imponente, aunque debilitada Doña María Luisa es una experiencia como pocas. A los 89 años, fue víctima de un asalto a mano armada en su residencia tras el cual se fracturó la cadera y perdió la agilidad, pero no la lucidez.

No todos los días un periodista puede conversar con una mujer que recuerda la Ciudad de México de los años 30, casi sin coches, muchos tranvías, época en que se construyó la Torre Latinoamericana, el primer rascacielos de la entonces reposada metrópoli.

Con una sonrisa parca y a menudo cerrando sus diminutos pero fulminantes ojos azules escondidos bajo los pliegues de la edad, en la casa que ella misma diseñó en la Colonia del Valle de la Ciudad de México, Doña María Luisa hace memoria, con la ayuda de Elizabeth.

El 30 de junio de 1912 nació "en un amanecer en que la neblina ha bajado suave y silenciosamente del Macultépetl, transformando la brisa que viene del mar en niebla" y "al poco rato las campanas de la gótica catedral de Xalapa retumbaron".

Así lo escribe en sus memorias "Los Años Valientes", que compartió con Notimex. Se trata de un tesoro familiar que elaboró con su hija Elizabeth, una diseñadora gráfica, del que sólo tiene un ejemplar.

Su padre quería tener hijos pero fueron cuatro mujeres, María Luisa la mayor, y la más rebelde, recuerda ahora y se sonríe con esa sabia y ancestral ternura de las mujeres que han vivido con pasión y arrojo, y ahora, están tranquilas con la vida.

Y es que creció brincando en la paja, imaginándose la versión femenina de Búffalo Bill, su héroe, porque protegía a los indios, y para imitarlo, se golpeaba las manos contra las rudas cortezas de los árboles para desarrollar callos, para parecerse a un explorador.

"Cuando jugaba a las canicas les adjudicaba la personalidad de los héroes de las `Aventuras de Búfalo Bill" y otras se convertían en indios siux, cheyeness, navajos", escribe en las líneas que su hija lee, y que le provocan una que otra lágrima, de nostalgia, quizá.

Cual niña bien portada con sueños de aventurera, pasaba horas en la biblioteca de su padre. Ahí, tras ahorrar los 10 centavos que le daban de domingo para comprar un cuaderno con los relatos de Búfalo Bill, daba rienda suelta a su imaginación "por sierras y montes".

Siempre le gustó hacer travesuras, organizar días de campo donde solía perderse para desesperar a su institutriz. Un día, decidió esconderse con sus hermanas bajo un árbol, cuenta, siempre con una sonrisa casi etérea pero pícara, como la de una niña precoz.

Todo así hasta que la familia se mudó a la Ciudad de México, al Pedregal, entonces "un lugar árido y abrupto" que su madre le enseñó a descubrir, antes que el "smog" invadiera el valle descrito por el Barón de Humboldt como "la región más transparente del aire".

Tras recibirse de arquitecta, marcando un hito en esa disciplina en México, la ahora miembro de la Unión Internacional Femenina de Arquitectos y fundadora de la Federación de Universitarias Mexicanas conoció a Manuel, su esposo y padre de cuatro hijos.

"Tengo 14 nietos y 11 bisnietos", agrega Doña María Luisa, quien asiste a clases de pintura y de Biblia, lee Excélsior diario, escucha canciones de Agustín Lara, disfruta novelas de suspenso, ve series policíacas de televisión y no quería que AMLO fuera presidente.

Doña María Luisa, creadora de varios proyectos arquitectónicos de residencias unifamiliares y edificios de departamentos, es sin duda ejemplo de lo que el reconocido sociólogo francés Alexis de Tocqueville llamaba "la superioridad de las mujeres".

NTX/MLP 2006-10-11,11:38