lunes, noviembre 21, 2005
Sobre Margarita está linda la mar
En 1998, el escritor y ex político nicaragüense Sergio Ramirez (1942) publicó "Margarita, está linda la mar", que recibió el Primer Premio Alfaguara de Novela.
Cito su página http://www.sergioramirez.org.ni/indexpremios.html:
...“Nunca hasta aquella novela Sergio Ramírez había salvado con tan excelentes resultados el siempre espinoso litigio narrativo entre la realidad y ficción. Se trataba ni más ni menos de no dejar que lo verdadero invadiera el territorio de la invención, que fagocitara su poder de persuación literaria. Esa idea es la que conviene retomar a la hora de juzgar su nueva novela.
"Pero a la vez también hay que valorar la distinción que el mismo autor nicaragüense hace entre historia y pasado. Tal vez el contenido argumental de `Margarita ...´ induzca a interpretar que estamos ante una novela de época, con personajes históricos, con anécdotas verificables, con paisaje social y político de inmediata identificación.
"Y, sin embargo, con tener todo ello, la novela de Sergio Ramírez se eleva sobre sus circunstancias históricas para proponerse como un excelente artefacto de encantamiento narrativo.
"Hace muy bien su autor en dejar deslindadas la bondad estética del uso del pasado, frente a la tentación documental de la historia. Para que el lector nos entienda, creo que Sergio Ramirez nos está diciendo que si miras demasiado a la historia cuando escribes una novela es posible que te salga un Walter Scott, si lo haces hacia el pasado te acercas a Proust.
"Nada hay en esta novela que nos recuerde la poética prousiana, pero sólo desde el narrador francés sabemos la verdadera mina narrativa en que puede convertirse el pasado. Mucho de su perfume y de su cualidad generadora de ficción hay en Margarita, está linda la mar.
"Sergio Ramírez arma su novela sobre dos soportes hitóricos: dos momentos concretos del poeta Rubén Darío y el compló que acaba con la vida del dictador Somoza en 1956. En el fondo, lo que hace Ramírez es representar la irreconciliable dualidad entre lírica y poder, llevada hasta sus extremos más dolorosos y esperpénticos.
"En el vértice de esta construcción está un narrador, el ficticio poeta y magnicida Rigoberto López Pérez, la voz que narra y suelda los dos niveles de la trama, dejando de tanto en tanto el resquicio para otra voz más distanciadora, mas ironizante, especie tímida de metanarrador. Con un inteligente criterio compositivo, Sergio Ramírez selecciona los instantes más metafóricos y trágicos de la existencia de Rubén Darío, y también los indicios más desoladores de la impotencia política, encarnados en la macabra saga de los Somoza.
"El de Sergio Ramírez no es el Darío victorioso de las gestas modernistas, sino el desilusionado, el que no percibe del Estado sus pagas de diplomático y al que se le extrae el cerebro para un sórdido propósito más mágico que científico. Margarita, está linda la mar, aún con todo su aire crepuscular y su empeño desmitificador no sacrifica el goce por su fluidez, por su lengua viva, por sus oportunas hipérboles. Pasado en invención, genuinos resortes de una novela para recordar". (FIN DE CITA)
Ante el éxito de su novela, mi abuela, Margarita Debayle de Pallais, que murió en Lima, Perú, a mediados de los años ochenta, en un sueño, me redactó la siguiente carta para Sergio Ramírez:
León Del Cielo
19 de Febrero de 1998
Excmo. Dr. Sergio Ramírez Mercado
Barrio Pancasán
Managua, D.N.
Nicaragua
Su excelencia Dr. Sergio Ramírez Mercado, ex-Vice-Presidente del Gobierno Sandinista y actual ganador del Premio Literario Alfaguara 1998:
Pues fíjese usted, estimado doctor (le digo doctor porque todavía recuerdo que se ganó ese ilustre título como abogado, pero debe reconocer que nunca será usted un verdadero doctor, es decir un médico, como lo fue en vida el Sabio Debayle, mi padre, que en paz descansa pero no ha dejado de inventar nuevas técnicas para ayudar a los que llegan por aquí con males de los que aún no se habían curado en vida), que hasta este rincón que yo inventé en el Cielo me llegó la noticia de su galardón, por el cual por supuesto lo felicito y espero lo ayude a salir de sus deudas (que también conocemos por estas nubes del Señor) y a vivir una vida llena de plenitud junto a su bellísima esposa y sus admirables hijos.
La noticia me llegó por uno de mis Angeles que me mantienen al tanto, en la medida de sus angélicas posibilidades, del acontecer de mi Nicaragua, donde desgraciadamente no me dejaron morir porque me llevaron primero a Miami, huyendo de los sandinistas a los que usted perteneció, y después a Lima, donde vivía mi hija María Lourdes.
Allí morí. Allí me enteré del cruel (sé que fue cruel, lo digo pero ya no lo siento, así somos en esta Viña del Señor, León del Cielo, que yo fundé por mayoría de votos-aquí también creemos en la democracia y esas cosas), asesinato de un muchacho tan sano y tan idealista como lo fue mi nieto Marcel.
Desde entonces, Dios dio una orden a dos Angeles, de lo mas militantes que tenemos, y ellos ponen a mi disposición toda la información que pueden sobre lo que acontece en mi Nicaragua.
Mucho de lo que me dicen sobre mi Nicaragua me confunde. No entiendo qué pasó con la famosa revolución sandinista, la que me estaba incluso empezando a entusiasmar (en la medida que todavía puedo entender lo que era el entusiasmo cuando estuve viva), a pesar del misterio que continua rodeando el asesinato de Marcel, mi nieto preferido. Lo posterior lo entiendo menos.
Pero nada de eso viene al caso ahora. Además, ¿qué se puede esperar de una vieja cuyo único “claim to fame” (aún no olvido algunas expresiones en inglés) fue ser la Musa de Rubén Darío desde que me escribió el poema “Margarita Está Linda la Mar”, cuando apenas tenía cinco años, hasta mi muerte por causas naturales, como dicen los médicos - que en realidad era una combinación de vejez y tristeza.
Pero su novela, que no he tenido por el momento la dicha de leer (ya me la traerán mis Angeles cuando se publique, ellos, benditos sean, saben que todo lo que se escribe sobre Mi Nicaragua me sigue interesando), me llena de alegría.
Sigue usted eternizando a Darío, y al poema que me escribió en la Isla del Cardón, donde mi padre -El Sabio Debayle- lo atendía sus problemas de alcoholismo y demás. Y eso me llena de orgullo.
Me dicen que al personaje de su novela que lleva mi nombre usted la asocia con el asesinato de mi cuñado, Anastasio Somoza García. No tengo los detalles pero quiero que sepa que entiendo aquello de la “licencia poética” y no me siento (así es ahora, aquí en León del Cielo, ya uno no siento nada, lo que es una dicha) del todo ofendida.
Además, recuerdo todavía lo que decía mi padre sobre la literatura, “En ella todo se vale”, y si su novela ganó ese famoso Premio, por algo será. Yo al menos, sigo creyendo en esas cosas y si se trata de un premio a una novela de un nicaragüense, más aún.
Si usted pudiera enviarme un ejemplar de la novela, aquí, a León del Cielo (no tenemos apartado postal) sería maravilloso para mí, y con una dedicatoria, mejor todavía. Pero conozco las reglas de la muerte, aunque estemos en León del Cielo, siempre somos muertos, y sé que eso no será posible.
Tendré que esperar que mis Angeles la consigan por los medios misteriosos para mí que ellos hacen esas cosas terrenales.
Mientras tanto, le hago llegar este mensaje porque Dios es grande para felicitarlo por recuperar algo de nuestra historia -aunque en su novela, según me dicen, hay mucho inventado por usted, como en toda novela, según recuerdo (como eso de que mi hermana y yo, por Dios y la Virgen del Perpetuo Socorro!, fuimos partícipes del asesinato de Tacho (me refiero a Anastasio Somoza García), cosas que solamente ustedes los escritores pueden y tienen todo el derecho - de inventar.
Pero le advierto que mis hijos no lo entenderán como yo lo entiendo, cosa que supongo a usted le importara poco. Pobrecitos, ellos todavía sienten. Sería bueno que usted les hiciera llegar este mensaje mío, para que no se sientan tan mal. Los muertos sabemos más por muertos, por sabios y por viejos! Y por eso sentimos poco, o casi nada, lo que, le repito, es una dicha del Señor.
No olvido que el poema “Margarita Está Linda La Mar” fue un invento poético de Darío! ¿Cómo puedo atreverme a no defender el suyo?, aún desde aquí, desde León del Cielo, que ojalá algún día usted y los suyos puedan visitar para recibirlos con bombos y platillos (también tenemos nacatamales de los de antes, aunque no saben igual...)
Lo concreto es que con su novela, al margen de lo que no sea estrictamente cierto -que está, no lo dudo, espléndidamente escrito-, usted ha logrado eternizarme, entre las Grandes Musas del Mundo. Y eso lo celebramos aquí hoy en León del Cielo con tres Via Crucis.
Dios lo bendiga y más le vale no meterse usted más en política, aunque le agradecería tratara de investigar quién demonios (disculpe pero sólo un demonio pudo haberlo hecho)asesinó a mi amadísimo nieto Marcel Pallais. Pero ese es otro tema.
Saludos atentos desde León del Cielo, a usted y a su familia.
Dios los bendiga y colme de felicidades terrenales y espirituales. Aquí los esperamos. No se olviden de León del Cielo y sus Angeles!
Margarita Debayle de Pallais, "Musa Dariana"
P.D. Incluyo el poema que Rubén me escribió el 20 de marzo de 1908, en la Bahía de Corinto, Isla del Cardón, Nicaragua:
A MARGARITA DEBAYLE
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
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