En el puritano ambiente washingtoniano, algo igual de escandaloso le pasó a su jefa Hillary Clinton hace ya algunos años. Y la guapérrima Huma Abedin, esposa del polémico ex congresista demócrata Anthony Weiner, ahora defenestrado por colgar fotos de sus erectas partes nobles en la web, ha decidido seguir el ejemplo de su superiora: stand by her man. Eso sí: her way: en silencio y sin aparecer a su lado en las conferencias de prensa de días pasados.
Recordemos: cuando el solitario demócrata aceptó su culpa primero, dimitió después, pidió disculpas públicas y dijo estar dispuesto a luchar por su esposa, la exótica Huma no estaba a su lado para dar la cara por él, como lo estuvo Hillary cuando incluso aseguró que Bill no estaba mintiendo, que su casto marido no había tenido nada que ver con “la señorita Lewinsky”.
Huma -cuyo nombre persa es el de un mítico pájaro que trae buena suerte- lo apoyaría a su manera. A los pocos días del Weinergate, se dio el lujo de dejarse fotografiar a un continente de distancia, siempre guardando un silencio sepulcral, pero con su anillo de boda en el dedo. Gesto que no pasó inadvertido por muchos.
Y es que muy posiblemente la dignidad de esta mujer joven, independiente, moderna, respetada por moros y cristianos y con una carrera brillante por delante, no le permite “rebajarse” como lo hizo Hillary con Bill: pedir un perdón que no le pertenece.
Si bien es cierto que como su jefa, Huma apoya a su marido, lo está haciendo con su silencio, sin decir esta boca es mía. Y no sería nada raro que Hillary, quien ya pagó el costo de anteponer la ambición a la dignidad, haya apoyado esa actitud de su subordinada, desde la perspectiva de su experiencia.
Así, la “dama de Hierro del Weinergate”, de 34 años -casada hace apenas 11 meses y embarazada hace tres-, estará muy enojada con su infantil marido por sus travesuras cibernéticas, pero no parece tener la menor intención de separarse de él, según fuentes allegadas a la pareja, citadas por la prensa washingtoniana.
Cierto, Huma creció en Arabia Saudita pero no es ni de cerca la típica esposa abnegada. Nacida en Kalamazoo, Michigan, es hija única de un académico iraní y una maestra pakistaní. Cuando cumplió dos años, se trasladó con sus padres a Jeddah, Arabia Saudita. Pero Huma regresó a Estados Unidos para asistir a la Universidad George Washington.
Hoy, es la indiscutible mano derecha de la senadora Clinton; su sombra. Comenzó en 1996 como pasante de la Casa Blanca y siguió su carrera hasta conseguir un trabajo al lado de la entonces Primera Dama. Hoy en día, donde está la senadora demócrata, está ella; donde viaja Hillary, viaja Huma.
Quizás la mayor diferencia entre Huma y Hillary es que la mujer de Weiner no tiene que hacerse “perdonar” por nadie; no tiene que recorrer el filo de la navaja populista de las urnas. Pero hay más. Huma no pertenece al club de las buenas esposas que salen a pedir perdón por los maridos pecadores. Ella sabrá cómo castigarlo en la intimidad de su alcoba sin duda alguna.
Recordemos: cuando el solitario demócrata aceptó su culpa primero, dimitió después, pidió disculpas públicas y dijo estar dispuesto a luchar por su esposa, la exótica Huma no estaba a su lado para dar la cara por él, como lo estuvo Hillary cuando incluso aseguró que Bill no estaba mintiendo, que su casto marido no había tenido nada que ver con “la señorita Lewinsky”.
Huma -cuyo nombre persa es el de un mítico pájaro que trae buena suerte- lo apoyaría a su manera. A los pocos días del Weinergate, se dio el lujo de dejarse fotografiar a un continente de distancia, siempre guardando un silencio sepulcral, pero con su anillo de boda en el dedo. Gesto que no pasó inadvertido por muchos.
Y es que muy posiblemente la dignidad de esta mujer joven, independiente, moderna, respetada por moros y cristianos y con una carrera brillante por delante, no le permite “rebajarse” como lo hizo Hillary con Bill: pedir un perdón que no le pertenece.
Si bien es cierto que como su jefa, Huma apoya a su marido, lo está haciendo con su silencio, sin decir esta boca es mía. Y no sería nada raro que Hillary, quien ya pagó el costo de anteponer la ambición a la dignidad, haya apoyado esa actitud de su subordinada, desde la perspectiva de su experiencia.
Así, la “dama de Hierro del Weinergate”, de 34 años -casada hace apenas 11 meses y embarazada hace tres-, estará muy enojada con su infantil marido por sus travesuras cibernéticas, pero no parece tener la menor intención de separarse de él, según fuentes allegadas a la pareja, citadas por la prensa washingtoniana.
Cierto, Huma creció en Arabia Saudita pero no es ni de cerca la típica esposa abnegada. Nacida en Kalamazoo, Michigan, es hija única de un académico iraní y una maestra pakistaní. Cuando cumplió dos años, se trasladó con sus padres a Jeddah, Arabia Saudita. Pero Huma regresó a Estados Unidos para asistir a la Universidad George Washington.
Hoy, es la indiscutible mano derecha de la senadora Clinton; su sombra. Comenzó en 1996 como pasante de la Casa Blanca y siguió su carrera hasta conseguir un trabajo al lado de la entonces Primera Dama. Hoy en día, donde está la senadora demócrata, está ella; donde viaja Hillary, viaja Huma.
Quizás la mayor diferencia entre Huma y Hillary es que la mujer de Weiner no tiene que hacerse “perdonar” por nadie; no tiene que recorrer el filo de la navaja populista de las urnas. Pero hay más. Huma no pertenece al club de las buenas esposas que salen a pedir perdón por los maridos pecadores. Ella sabrá cómo castigarlo en la intimidad de su alcoba sin duda alguna.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho este artículo.
Gracias Yo....
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