viernes, septiembre 17, 2004

Evocación de Alfonsina Stormi

Mujeres Engañadas (Alfaguara 2004) es una antología de cuentos escritos por autoras que reúne una galería de temas: La mujer que se deja morir de amor; la que juega al matrimonio perfecto; la que acepta en su casa a la amante de su marido; la que ha extraviado su valor y padece la fealdad de la desdeñada; la que se empeña en la necia fidelidad enseñada durante siglos por las mismas mujeres; la buena esposa abandonada con cuatro hijos que implora a San Compadecido que se apiade de ella; la mujer exitosa que al vislumbrar una aventura la complica y queda lastimada por el engaño... La primera frase del prólogo de Ethel Krauze reniega del título: “¿Mujeres engañadas? ¡No, mejor mujeres que engañan!” Pero, explica luego, como es “una muestra representativa de los cambios que corren en la vida y la escritura femenina”, hay las engañadas y las engañadoras. La Cómplice de Guadalupe Amor, por ejemplo, es un relato en el que la protagonista, es la engañadora. Pero en Domingo, de Rosario Castellanos, esta narradora legendaria por su sarcástica lentitud lúdica, revela que el marido de Edith, la protagonista, la engaña. Convencida de que los maridos son indispensables en el matrimonio, admite a la amante del suyo. Pero se siente excluida de la fiesta y se consuela con tareas domésticas. Otros relatos de la antología, escritos en el transcurso de cinco generaciones de narrativa mexicana son: ¿Qué hora es? de Elena Garro, Conversación de Navidad de Guadalupe Dueñas, Música concreta de Amparo Dávila, En la sombra de Inés Arredondo, Fruta madura de ida de María Luisa Mendoza, El penúltimo adiós de Tita Valenci, Sombra ella misma de Aline Petterson, Nina de Beatriz Espejo, Otra víctima de María Luisa Puga, Por favor, cárguelo a mi cuenta de Yolanda Serra, abordan temas como la pérdida, la intriga, la ironía, la rabia, los celos, la confusión. Enfin, la sal y la pimienta de las relaciones entre el hombre y la mujer, engañados y engañadores. Y, tras leerlas todas, me quedo con las palabras de Alfonsina Storni: —Y usted, señorita, ¿qué hace? —Dirijo el tráfico en la Vía Láctea.

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