viernes, septiembre 17, 2004

La ambigüedad fulminante de Cristina Rivera Garza

La ambigüedad fulminante de Cristina Rivera Garza
Lo que permea la narrativa de Cristina Rivera Garza, una joven autora mexicana residente en Estados Unidos, es una atmósfera ambigua donde las identidades de sus personajes se difuminan, porque nada es estable.
La evocación de uno de los personajes míticos de la literatura mexicana, Amparo Dávila (Zacatecas,1933) y la recreación de su inquietante universo, poblado de seresysituaciones anómalas, que trastocan la percepción del lector, enfrentándolo a un universo posible, pero plagado de incertidumbres donde todo adquiere un matiz difuso, ambiguo y misterioso, son sus grandes logros como narradora.
A través de esa ambigüedad, de lo andrógino y las situaciones fuera de lo común llevadas al extremo, La cresta de Ilión (Tusquets, 2004) es un tributo a una de las piezas clave de la narrativa mexicana del siglo XX. Atrevida, provocadora, sensual y terrorífica, esta novela exige del lector la disposición para aceptar que las cosas que no ve o entiende, no significan que no existan.
Su colección de relatos en Ningún reloj cuenta esto exploran la debilidad tanto de hombres como de mujeres cuando se encuentran y se desencuentran en el mundo.
Pero, como ella misma ha dicho: “más que resaltar la diferencia entre hombres y mujeres, algo que por otra parte no me interesa mucho, o la ausencia de uno u otro, me gustaría pensar que estas narrativas se proponen una especie de imbricamiento o yuxtaposición de miradas e interpretaciones. El hombre visto por la mujer vista por el hombre ad infinitum. Y, ahora que lo digo así, sospecho que en este sentido podría hablar, tal vez, de la existencia de un mecanismo interno que subvierte la heterosexualidad de las mismas”.
Esa ambigüedad que domina su obra es producto, en su opinión, de la relación que tiene con dos idiomas viviendo en la frontera. “El vivir de manera cotidiana con dos idiomas te obliga a pensar en esas metamorfosis que sufren para poder convertirse en un vehículo de comunicación más efectivo”.
Al margen de su afirmación, lo que nadie puede obviar es que su prosa, a la manera de Amparo Dávila, transita en una línea intermedia entre la fantasía y la realidad de manera seductora.

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