jueves, septiembre 30, 2004

Las letras no tienen género

Las letras no tienen género: Laura Hernández Muñoz
( M. Lourdes Pallais en Guadalajara )
( 2004-09-24 )

“Aquí no hay géneros; hay palabras, porque las letras no tienen género,” sentenció la poeta tapatía Laura Hernández Muñoz al dar el campanazo de inicio a la primera jornada de conferencias y ponencias del VI Encuentro Internacional de Escritoras Inés Arredondo 2004, que sesiona en el Museo Regional del estado de Jalisco, desde ayer y hasta el próximo domingo. Más de 150 mujeres escritoras, académicas e investigadoras de México, Chile, Perú, Puerto Rico, Uruguay, España y Colombia —y por primera vez una docena de sus pares varones—, se dieron cita por sexta ocasión para “rescatar la tradición oral, dar voz al que ha quedado mudo y mostrar al mundo nuestra riqueza ancestral” en contra de la “ofensiva de la mediocridad avalada por la mediocridad de la mercadotecnia”, en palabras de Hernández Muñoz, organizadora del evento. Nubia Macías, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), al hablar desde el presidium antes de la primera conferencia magistral dictada por la autora española Ana María Navales (Premio Letras de Aragón), dijo que el propósito de esta cita literaria era “que las escritoras fueran publicadas y leídas”. En plática con Crónica, la funcionaria de la FIL comentó que “la gran ambición (de la cita literaria) es promover que la obra de las participantes sea difundida y traducida a otros idiomas”. Por su parte, la poeta puertorriqueña Maireyn Cruz-Bernal, quien organizó el mismo encuentro el año pasado en San Juan de Puerto Rico, leyó las primeras estrofas de uno de sus poemas: “Te levantas mujer/ por debajo de tu falda/ tocas tu sexo oloroso y limpio/ como una isla/ que por debajo del mar/ abraza al mundo/”. Luego definió a las participantes, ella incluída —que buscan ser “escritoras y no mujeres que escriben” y casi todas han sido publicadas en sus países de origen— como “unas alucinadas recorriendo pasillos en las noches más terribles de nuestras vidas, acunándonos en instantes con letras que nos llegan de lejos por e-mail, de alguna con quien nos escribimos y que también se salva en su noche, en su pasillo, en su país”. En el auditorio del museo, en el corazón del Centro Histórico tapatío, donde se reunieron ayer para escuchar la primera conferencia magistral de Navales, las creadoras no paraban de moverse, tomarse fotos, abrazarse unas a otras, compartir sus obras e intercambiar direcciones. Todo así hasta que se instaló en el presidium la autora de Cuentos de Bloomsbury, tras las huellas de Virginia Woolf, e inició su charla, que versó sobre la influencia de la novelista británica en su obra. “Mi obsesión por Virginia Woolf (se debe sobre todo) a su manera de encarar la literatura y por su preocupación de la forma y la evolución de la literatura”, leyó la también poeta y ensayista. En un tono casi profesoral, que provocó el silencio absoluto en el lugar, Ana María prosiguió: “Lo importante no es lo que se cuente, sino cómo se cuenta”, y agregó que la maestría estructural de la obra de la Woolf es un ejemplo de ese axioma que ella admira tanto. Con la autora de Las Olas, Ana María mantiene una relación “secreta y privada”, y admitió que su interés en ella “va más allá de su obra para conocer su personalidad; me contagió sus dudas y su desánimo hasta bordear, como ella, la locura”. Al terminar su ponencia, las participantes se dividieron en dos grupos para continuar la jornada en otras salas del museo donde se instalaron las mesas de varias ponentes que continuaron hasta tarde la noche de ayer. Las charlas incluyeron disertaciones sobre la obra de Elena Poniatowska, de Rosario Castellanos, Inés Arredondo, Isabel Edwards y Rosario Ferré, entre otras reconocidas autoras.

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