sábado, noviembre 06, 2004

Madame Bovary, profeta de la depresión

Hace unos días, Mario Vargas Llosa dijo que Los Miserables de Víctor Hugo es la última novela clásica y que Madame Bovary de Gustave Flaubert (1821-1880) es la primera moderna.
Una simple pero contundente afirmación, a la que me atrevo añadir que la obra del francés, escrita sin las interrupciones narrativas antojadizas de Los Miserables, es también un opus mágnum de la literatura universal. Así de simple.
Además, es la primera novela escrita por un hombre sobre una mujer que logra meterse en la piel de su protagonista al punto que, como el mismo Flaubert decía, “Madame Bovary, c’est moi” (Madame Bovary, soy yo).
A siglos de distancia, la historia de Emma Bovary se antoja profética de un mal tan clásico como moderno —la depresión— que afecta a millones de mujeres del siglo XXI y es la principal causa de suicidio a escala internacional. En México, se pierden a diario 9.6 vidas por esta patología.
De allí que se haya acuñado el llamado Síndrome Bovary, vinculado a la insatisfacción afectiva que lleva a la búsqueda de un amor romántico ideal, aunado a un intenso sufrimiento existencial de frustración y resentimiento por la falta de reconocimiento social.
Sin duda, la buena literatura tiene dotes proféticos o cuando menos precursores. Me pregunto, ¿cuál sería hoy el concepto del amor femenino sin el sacrificio de Madame Bovary? ¿Qué de la igualdad de los géneros si George Sand no se hubiese paseado en pantalones un invierno en Mallorca? ¿ Y de las reivindicaciones feministas si Nora, la heroína de Ibsen en A Doll’s House (Casa de Muñecas) no hubiese roto con la tediosa vida familiar, abandonado casa, marido, hijos y una cómoda vida burguesa?
Lo que ya no podemos negar es que Emma Bovary fue la primera mujer deprimida que conocimos por medio de la prosa realista y romántica, moderna y clásica, de Gustave Flaubert.
Tampoco podemos negar que hoy en día, en México, una de cada tres mujeres sufren de ese mal que Emma encarna para siempre en la literatura.
Por todo ello, recomiendo la lectura de la octava reimpresión de Madame Bovary publicada por Alianza Editorial (El libro de bolsillo), con prólogo de Vargas Llosa y traducción de Consuelo Berges.

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