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María Lourdes Pallais
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Publicado: 17 marzo, 2011
Me voy con los chinos: Colombia a Obama
La gira del presidente estadounidense Barack Obama a Brasil, Chile y El Salvador ha sido vitoreada como una oportunidad para “relanzar” las relaciones entre el país del Norte y América Latina, desplazadas por temas urgentes para el líder demócrata, como revueltas recién estrenadas en Medio Oriente y África del Norte, guerras heredadas en Irak y Afganistán, crisis de la economía mundial sin par desde los años 30 del siglo XX y embates con el ala republicana del Congreso.
Pero, además de que no hay evidencia de un diseño claro de política exterior hacia la región, la ausencia de Colombia -aliado tradicional de Washington- en la visita de Estado a América Latina, parece ser una señal inequívoca que Obama está cumpliendo con un trámite y que el jefe de Estado carece de herramientas concretas para fortalecer relaciones con sus socios de la región.
Nadie duda que sea un importante gesto marcar tarjeta con la flamante presidenta de Brasil, guiñar el ojo al nuevo mandatario chileno y, para cerrar con un toque tropical, darle un espaldarazo al atribulado jefe de Estado en El Salvador. Pero el gesto no deja de ser eso: un gesto diplomático con poco contenido.
En cambio, Colombia, como México, es su aliado fundamental en temas álgidos de seguridad, narcotráfico y comercio. Obama nunca ha pisado suelo colombiano, ni como Presidente ni como candidato. Y con el país sudamericano tiene varios asuntos pendientes, todos congelados en el Congreso de su país.
Existen varias hipótesis sobre porqué Colombia fue excluida de la gira del presidente estadounidense -su primera a América del Sur y su tercera a América Latina, después de que en 2009 se desplazara dos veces a México y participara en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago-, desde la más diplomática (porque la relación ha pasado a “otro nivel”) hasta la más dura y seguramente, la más acertada, (porque los acuerdos con ese país sudamericano están en el limbo legislativo, rehén de los sindicatos y de los demócratas liberales).
“Llegaría con las manos vacías a Colombia”, afirmó un veterano analista en referencia a la incertidumbre generada por la falta de claridad estadounidense frente a la aprobación del Tratado de Libre Comercio que en 2006 firmaran Bogotá y Washington, así como a la falta de decisión sobre la extensión de las preferencias arancelarias para los productos colombianos (Atpdea), que se venció el pasado 12 de febrero y que regresó a discusión después del receso concluido a fines del mismo mes mes.
Y es que la ampliación está empantanada en la Cámara de Estados Unidos, pues republicanos y demócratas no han llegado a un acuerdo para extender estos beneficios que cubrirían el 90% de las exportaciones colombianas a ese país. Y esto preocupa a los empresarios del país sudamericano, quienes están considerando seriamente la opción que China les ofrece.
Mientras tanto, moros y cristianos buscan justificar la ausencia de Obama en Colombia. En declaraciones a medios en Washington de manera reciente, el vicepresidente colombiano, Angelino Garzón, consideró que no es motivo para “disgustarse”, porque es normal que el presidente estadounidense no visite más de tres países en una sola gira.
Y el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Hammer, indicó que Estados Unidos y Colombia mantienen “una fuerte relación en un amplio abanico de temas”, lo que se ha visto reflejado en una serie de contactos de alto nivel, incluida la reunión entre Obama y Santos en Nueva York en septiembre del 2010.
“A Colombia llegan a cada rato misiones del Departamento de Defensa, del Departamento de Estado, congresistas republicanos y demócratas. La Embajada tiene alrededor de mil funcionarios en constante contacto con la Casa Blanca y representantes del gobierno”, alegó por su parte un experto colombiano para quien la relación entre su país y Estados Unidos ya está consolidada y no necesita pruebas diplomáticas.
Hay incluso quienes están convencidos que la ausencia de Obama en Colombia “le cae de perlas” al país sudamericano. “Es como el momento que el joven deja la casa paterna para independizarse”, en opinión de un ex embajador de México en Colombia.
Es decir, el aparente desdén de Obama al excluir al aliado sudamericano de su próxima gira es equivalente a recibir carta blanche del Tío Sam para continuar sus procesos de acercamiento con otros países, entre ellos China.
“Ya no estamos frente a la dupla Bush-Uribe. En la época Obama-(Juan Manuel) Santos, Colombia no tiene necesidad de hacerle más planteamientos a Washington. Ante el estancamiento (de la aprobación) del TLC en el Congreso, Colombia tiene ahora la oportunidad de amanecer como potencia emergente”.
El analista de bolsa colombiano de Análisis Financieros Innovadores (AFIN) Camilo Forero coincide. “El país sigue funcionando bien sin TLC con Estados Unidos. Sería bueno tenerlo pero si no se aprueba, no habrá efectos económicos negativos. Estamos compensando con otros mercados, no sólo con los chinos sino con Corea también”.
En efecto, aunque la estrategia de Santos -también relativamente nuevo en el poder (agosto 2010)-, incluye mantener la relación con Washington como prioridad, su gobierno está ampliando vínculos comerciales con China en particular y con Asia-Pacifico en general, además de con Canadá y México.
El tema no es nuevo para América Latina. Lo hizo Chile. De hecho, la apuesta de Santos -quien busca mantener un crecimiento económico a una tasa promedio del 6.0 por ciento- es por un modelo similar al de su colega sudamericano, que ha diversificado su comercio exterior con Estados Unidos, América Latina y Asia-Pacífico.
Cierto, el acuerdo entre Colombia y China, en ciernes, es un viejo sueño de Don Belisario Betancourt: conectar el Pacífico con el Atlántico, creando un “canal seco” desde el puerto de Buenaventura (Océano Pacífico) hasta El Caribe (Barranquilla, Cartagena y Santa Marta) y una ciudadela al sur de Cartagena donde opere un centro de producción y ensamblaje para exportar a América Central, América del Sur y Estados Unidos.
La propuesta descongestionaría las carreteras, sería una inversión de 2 mil 700 millones de dólares y le permitiría a Colombia aprovechar su posición geográfica estratégica para mejorar el comercio exterior. Además podría servir para enviarle un mensaje a Washington: nos estamos moviendo, nos interesa su comercio, pero ustedes no son los únicos en el mundo. No en balde la iniciativa privada ya le advirtió a Santos: o se aprueba el TLC con Estados Unidos este año o lleva sus negocios a Asia-Pacífico.
Para cuando Obama cumpla con sus expresados deseos de visitar Colombia en el futuro (tendrá una segunda oportunidad en abril de 2012, para la Cumbre de las Américas), es posible que encuentre un país con la mirada volteada hacia otros horizontes, como China, si para entonces sigue bloqueado el TLC en el Congreso.
domingo, marzo 20, 2011
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