Cintillo: ¿Se derrumbó la segunda Pax Hispánica? ¿Acabó para siempre el sueño ibérico de prosperidad y bonanza? ¿Se quedaron los españoles en la antesala de la primera división europea? ¿Qué futuro les espera? México no escapará de esta depresión en el mundo actual.
Pocos recuerdan la Europa de hace tres siglos, cuando reinaba la supremacía de los valores ibéricos y España había logrado posicionarse en el mundo como potencia no beligerante. Todo así hasta que aparecieron los primeros síntomas del derrumbe de la Pax Hispánica, que se hicieron sentir a comienzos del siglo xviii.
Y más de un siglo después, tras un paréntesis de prosperidad comercial, de una sangrienta Guerra Civil y de los embates de 40 años de dictadura franquista, la España del siglo xx logra, no solo establecer una democracia moderna y entrar a la Comunidad Económica Europea, sino también emerger como triunfadora en los albores del nuevo milenio.
Al inicio de este siglo, España se lanza con aplomo a la globalización impulsada por las privatizaciones y la internacionalización de grandes empresas públicas como Telefónica, bancos como Santander, BBVA y energéticas como Repsol. Como resultado de ese proceso de capitalización y del crédito barato, se dispara el boom del sector inmobiliario.
Así nace la Pax Hispánica II, una época de “bienandanza económica,” donde “la gente se endeudaba y parecía que las deudas eran algo que nunca había que pagar, que eran simplemente una costumbre,” afirma a fines del 2011 el filósofo español Fernando Savater.
La “mega crisis”
Para 2008, España empieza a sentir las consecuencias de esa ilusión, cuando la feroz crisis económica internacional provoca un terremoto interno, aunado a la grieta que abren sus propios problemas estructurales ─una excesiva dependencia en la energía y en el déficit exterior─, así como un sistema económico agotado.La pérdida de la competitividad surge como un elemento preocupante. España pierde 11 posiciones en la clasificación Doing Business (Hacer Negocios) del Banco Mundial que mide la facilidad o las trabas para la actividad empresarial en 183 países del mundo. Con esa caída (solo superada por Namibia, que pierde 12 posiciones), pasa a ocupar el puesto número 62.
Y es también uno de los países más endeudados del mundo. En 1996, la deuda privada era del 65 por ciento del pib, y para el 2008-2009 había aumentado al 230 por ciento. “Hoy en día la deuda total es de 400 por ciento del pib,” asegura el “profeta de la crisis”, el economista catalán Santiago Niño Becerra, autor del best seller Más allá del Crash.
Antes, cuando la caída era inminente, Niño Becerra, el primero en lanzar una señal de alerta en 2006, había predicho que se avecinaba una “mega crisis” parecida a la de 1929. A su juicio, si el crash es responsabilidad de alguien, es de los bancos.
“Son los que dieron los créditos, favorecieron la dinámica crediticia, participaron en la negociación de los títulos, soportaban la política de créditos a las empresas […] Eran la manifestación del horror diabólico de cara a la opinión pública y de una forma indirecta a los gobiernos,” señala en entrevista difundida en medios electrónicos.
La tarea “dura e ingrata”
A fines de febrero de 2012, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, cierra el 17 Congreso del Partido Popular pintando un oscuro panorama ─“cuesta más trabajo detener la caída que reiniciar el ascenso”─ y reiterando su voluntad de llevar a cabo cuantas reformas considere convenientes, lo que el fmi y el Banco Mundial recomiendan para todos los países, incluyendo México.Su tarea es “dura, ingrata y difícil”, pero no le impedirá hacer “lo que sea preciso” para salir de la recesión, incluyendo la puesta en marcha de una reforma laboral “justa, buena y necesaria”, aseguró el líder en febrero pasado, días después de las primeras manifestaciones de cientos de miles contra el ajuste.
La reforma de Rajoy, la séptima en 30 años ─que se da frente a una tasa de desempleo del 22,85 por ciento, un paro juvenil de más del 40 por ciento y unas perspectivas de crecimiento económico cero para este año─, generaliza el despido con 20 días de indemnización y concede el poder a los empresarios a la hora de pactar los convenios con los trabajadores.
El objetivo es impulsar el empleo (facilitar la contratación, evitar los despidos y disminuir la dualidad entre empleados temporales y fijos), reducir un déficit del 8 por ciento a la mitad, mejorar la capacidad productiva y la competitividad de las empresas. En efecto, dura tarea. Y lo sabe.
Ante la Comisión Europea en Bruselas, el presidente español admitió que la reforma le podría costar una huelga general. En el supuesto más optimista de que el empleo en lugar de seguir destruyéndose empezase a crecer a un ritmo del 1.5 por ciento, se necesitarían años para compensar el descenso de cotizantes en la Seguridad Social (por debajo de los 17 millones) provocado por la crisis, sin contar que el número de pensionistas aumenta por el envejecimiento de la población.
Lo peor por venir
A fines de enero pasado, Fitch Ratings rebaja en dos escalones la calificación de España, desde AA- hasta A con perspectiva negativa, responsabilizando al “significativo desvío fiscal” y al deterioro de las perspectivas macroeconómicas, que tendrá “implicaciones negativas” a medio plazo en las finanzas públicas.Recuperar la Pax Hispánica II no está nada fácil. ¿Ha conjurado el país ibérico el peligro de convertirse en otra Grecia? Es inevitable, dice Niño Becerra. “Después de Grecia, van a ir España y Portugal”, sentencia.
2012 será un año fatídico para España. Habrá una caída económica estrepitosa, tasas de paro elevadas y, para el 2015, un estancamiento que solo cinco años después logrará “un repunte suave paulatino,” agrega.
El analista es tajante. “Lo peor aún no ha llegado. Igual que en 1929, cuando el crash no se pudo evitar, porque era como la muerte de un sistema, este modelo se va a morir.”
Parece evidente que la Pax Hispánica II, ese Estado de bienestar de la España de fines del siglo pasado y principios de este, deberá desaparecer por completo para ser sustituido por un sistema privatizado cuya prioridad será aumentar la competitividad y la productividad del país. Y en esta lógica monetarista y feroz, México sufrirá las repercusiones en el corto plazo. ¡Bienvenida la lógica de mercado!
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