miércoles, junio 28, 2006

La charrería protege nuestra mexicanidad: Minerva Stackpole de Coutiño





La charrería protege nuestra mexicanidad: Minerva Stackpole de Coutiño
Por María Lourdes Pallais

México, 28 Jun (Notimex).- Luce como una Adelita moderna. Dirige el Museo Nacional de la Charrería y lleva ese mundo en sus venas. Su esposo Fernando proviene de una familia que siempre ha cultivado esa cultura. Su hija Valeria fue reina de la Federación Mexicana de ese deporte a los 18 años.
Es Minerva Stackpole de Coutiño, una charra hasta el tuétano que, aunque no compite en la "escaramuza", la faena reservada para la mujer, monta a caballo como si ahí hubiera nacido y se siente orgullosa de ser portadora de esa tradición que defiende lo más profundo de la mexicanidad.
En ese contexto, llama la atención su apellido de soltera, que es de origen inglés. "Es que mi abuelo fue inglés, pero mis padres eran mexicanísimos los dos", explica la regiomontana, con tranquilidad, como alguien a quien el tema no le provoca conflicto alguno.
En una sombría oficina escondida en la planta baja de un edificio del Centro Histórico, otrora templo de culto a la Virgen de Montserrat, que desde 1973 es el Museo de la Charrería y exhibe indumentaria, colección de sillas de montar, anqueras, fustes y frenos para charros, Minerva conversó con Notimex.
Aparte de su presencia de amazona y de sus enormes ojos inteligentes maquillados por una mano experta, en la oscuridad de su despacho sobresale un espléndido traje de Adelita a su derecha. Arriba, varios modelos del elaborado vestuario de las charras adornan los pasillos del Museo.
"En el traje de charro está implícita nuestra nacionalidad. Portamos nuestro origen, nuestra tradición, nuestra cultura. Aparte del deporte, la charrería encierra una gran responsabilidad. Es como cargar una arma para proteger nuestra mexicanidad", afirma Minerva con pasión patriótica.
Aunque es ondotopediatra de profesión, hace cuatro años dejó de ejercer porque "me cansé de que me mordieran los dedos los chamacos". Desde entonces, divide su tiempo entre su familia y sus actividades como directora del Museo, donde carece de un horario establecido y trabaja "por gusto".
"Lo hacemos por amor a México, a nuestras tradiciones. Pero sí tenemos una obligación. Como este precioso edificio se nos cedió en comodato hace algunos años para el Museo Nacional de la Charrería y es la sede de la Federación, tenemos que justificar su buen uso por obligación".
Su cargo también la lleva a viajar dentro del país. En la actualidad, Minerva ha impulsado un proyecto para instalar un Museo de Charrería en cada estado del país.
Y es que se le ocurrió pensar "optimistamente" que es un proyecto viable y además, muy cercano a su corazón. Para sensibilizar a las autoridades estatales de cultura, tuvo la oportunidad de llevar una importante colección de monturas y pinturas charras de la Fundación Domecq a varias entidades.
Desde principios de año, la colección ha visitado el Museo de Arte de Sinaloa, Culiacán, donde "ya se están recibiendo donaciones"; la Universidad de Tolosa, Zacatecas, donde ya existía la disposición de hacer un museo y en la actualidad, está en San Luis Potosí, donde "hay gran interés en el proyecto".
Pero para Minerva, su familia es también muy importante. Además de su esposo Fernando, empleado del IMSS, vive con dos de sus tres hijos: Fernando, de 29 años, y Eduardo, su "pilón" de 19, y "siempre estoy" con Valeria, su hija de 27 años que fue reina charra y se casó hace dos años.
¿Cómo te incorporaste al mundo de la charrería?
Me vi inmersa sin buscarlo. La familia de mi esposo vivía de un rancho chiapaneco productivo donde se practicaba la charrería como una labor del campo. El vivió ese mundo. Cuando se vino a la capital a estudiar, se relacionó con personas que practican el deporte y siguió el interés por ese mundo. Al casarme con él, me integré a la charrería. Es como un plus en tu vida porque todos tenemos trabajo aparte y labores cotidianas. Pero la charrería te marca.
¿De qué manera?
Tú estás en el consultorio, en tu oficina, y no puedes excluir de ti la mentalidad de la mexicanidad, de la identidad con tu país. En mi caso, me acuerdo estar en el consultorio atendiendo a un niño y siempre le preguntaba: ¿es el día de la bandera, lo sabías? ¿qué vas a hacer para festejarlo? ¿sientes una identidad cuando ves un símbolo de tu país, cuando ves a alguien vestido de charro?
Eres entonces una difusora de la mexicanidad.
Sí, yo lo siento quizá más apasionadamente que otras personas. Aunque sea un deporte, no un trabajo, siempre estás inmerso en mexicanidad. Sé que todos la sentimos y todos la tratamos de trasmitir, pero el hecho que se sepa que tú eres charro o charra, te empiezan a preguntar de qué se trata.
¿Y de qué se trata ahora?, le preguntamos, e inició un repaso de esa cultura aclarando que, hoy en día, el mundo de la charrería ha recuperado su "nobleza", y no tiene nada que ver con el mito ("bien merecido") del charro "mujeriego y jugador ni con los mariachis de la Plaza Garibaldi".
La tradición empezó a principios del siglo pasado, con las labores de marcar, herrar y separar ganado de los campesinos mexicanos. "Disfrutaban muchísimo el trabajo del campo. Al final de la jornada, cansados, recibían a sus esposas que les llevaban viandas y terminaban bailando felices", relata.
Así hasta 1921, cuando el reparto agrario acabó con esas labores. "Pero la gente se negaba a dejar la tradición de las labores del campo y la continuó como una especie de juego, que eventualmente se convirtió en un deporte", explica Minerva.
Desde entonces, "la charrería se transformó en el único deporte nacional que existe, que inicia con un desfile para presentar a los competidores y consta de nueve suertes, como las labores que se hacían en las haciendas".
En aquella época, éstas terminaban con bailes. "Ahora, terminan con el jarabe tapatío, nuestro baile nacional", cuenta la directora.
¿Has participado en alguna de las faenas de la fiesta charra?
No, sólo las ejecutan los hombres.
Pero hay una reservada para la mujer, ¿no?
Sí, la "escaramuza", una rutina que consta de nueve sofisticados ejercicios en los que ocho jinetas, montadas "a la mujeriega", con las piernas del lado izquierdo, demuestran su dominio del caballo y lucen su vestuario. Cuando haces las escaramuzas, te sientes con el color de México
¿Cuándo se incorporó esta faena al deporte?
Hace 20 años, porque antes era exhibición. Ahora competimos y participamos en todos los concursos.
¿Qué parte de ti es profundamente mexicana?
Mi sensibilidad.
¿Qué palabra te define?
Afortunada.

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