Cada día aumenta el número de hombres y mujeres que acude a los centros comerciales enormes e impersonales, ávidos, no necesariamente de llenar el carrito de compras, sino de comunicarse con alguien.
Y esos establecimientos, conscientes de este nuevo fenómeno, ya empezaron a organizar actividades para captar la atención de esas “almas solitarias” que los invaden todos los días.
“Si no lo hacemos nosotros, la competencia lo hará sin duda”, confiesa a Crónica Omar López, vicegerente de una de esas cadenas comerciales en la Ciudad de México.
“La tendencia es atender a ese tipo de gente y ver qué productos y qué servicios se le puede ofrecer”, agrega.
La Comercial Mexicana en Patriotismo, por ejemplo, ya ha creado espacios para estas almas solitarias.
Un grupo de mujeres de clase media, por ejemplo, se reúne todos los jueves en las mañanas en uno de esos centros en un taller para aprender a tejer. Pero no todas acuden para eso.
Algunas, como Irma de Groth, una ama de casa de unos 60 años, confiesa:
“Yo realmente vengo para entretenerme, para tener una terapia. Primero vine a tejer pero ahora que hicimos un grupo muy bonito, ni tejo. ¡Vengo a platicar!”
Es cierto que no es una gran novedad la noción de que las mujeres, cuando se sienten solas o deprimidas, salgan a comprar, a caminar, a pasar el tiempo, visitando los centros comerciales. Pero ahora también lo hacen los hombres.
Entre las siete y las once de la noche “nos visitan hombres que llamamos `oficinistas solitarios´, bien vestidos, de entre 20 y 60 años, que vienen a buscar un encuentro social, un rato agradable, porque se sienten solos”, dice Omar.
“Es obvio que no vienen a comprar sino a buscar un acercamiento con la sociedad y se la pasan horas en la sección de revistas, hojeando libros”, afirma.
Para acoger a estos clientes que no llegan solamente a comprar, algunos supermercados capitalinos están considerando opciones para todos los gustos: talleres de lectura, clases de aerobics, conferencias de académicos, presentaciones de artistas y hasta obras de teatro.
Al parecer, los supermercados están desplazando a los bares y las discotecas como lugares donde podría surgir la posibilidad de un encuentro amistoso, e incluso amoroso.
“Si vas a la Comercial Mexicana de San Jerónimo a las diez de la noche, puedes ligar. Hay una cantidad impresionante de hombres solos haciendo el súper”, cuenta a Crónica la sicóloga Claudia Amador.
Por lo general, son individuos inmersos en su “sub-mundo”, incapaces de establecer relaciones duraderas, que entran a los centros comerciales en búsqueda de situaciones nuevas, placenteras, efímeras quizá, con personas anónimas con las que se cruzan y fantasean sobre acontecimientos imaginarios.
Todo es producto de la “despersonalización”, de la “descomposición” de la sociedad hoy en día, “cuando nos comunicamos por celulares, por internet, pero poco nos abrazamos”, sentencia la doctora Amador.
El fenómeno, que ha surgido en la última década en las grandes urbes, no solamente es una realidad del mercado, sino también de la sociedad globalizada.
“Con demasiada frecuencia, uno ahora ve gente sola que ya no quiere rehacer su vida de pareja, o si quiere, cree que no hay con quién”, en opinión de la doctora Amador, quien ejerce su profesión de sicóloga en un hospital del IMSS y en su consultorio privado.
Para ella, el encuentro de las `almas solitarias´ en los centros comerciales se da por la “terrible necesidad de encontrar pareja” entre hombres y mujeres que “desesperados”, terminan agarrándose “de un clavo ardiendo”, aunque sea el que les ofrece el súper “entre las lechugas”.
¿Por qué en los supermercados?, le preguntamos.
“Es que mal de muchos, consuelo de todos... Estamos tan solos todos, pero en esos centros comerciales enormes, nos sentimos a salvo y acompañados”.
En efecto, la soledad, la necesidad de comunicarnos, “aunque sea con el vecino de las lechugas” va in crescendo, y en los grandes supermercados la gente puede hacerlo con tranquilidad, sin presiones sociales.
“Oye ¿este jamón estará bueno? ¡qué caros están ahora los melones!, cosas así, cualquier trivialidad, con tal de entablar una comunicación, pero son relaciones que en general no duran después de hacer el súper”.
Es un hecho innegable que las parejas se divorcian con mucho más frecuencia ahora por razones que en otras épocas eran triviales. “Es que tú dejas la pasta de dientes destapada y eso yo no lo aguanto”, por ejemplo.
Para la doctora. Amador, la gran culpable es la tecnología que ha reemplazado la comunicación individual para convertirla en un asunto impersonal.
Es más fácil relacionarse de manera mecánica, sin compromiso, como lo hacemos con la computadora, ante la que vivimos muchos alrededor de unas 10 horas diarias. Esa “no te dice buenos días, no contesta, ni te dan ganas de abrazarla”, y es con sus teclas con las que tenemos nuestra relación más íntima.
Para las almas `solitarias´, especialmente los hombres, es menos duro enfrentarse a su realidad en los supermercados porque ahí van con el supuesto propósito de comprar y aunque lo hagan solos, no es tan obvio que buscan compañía. “Están como en las caballerizas”.
Pero “esos contactos superficiales en los centros comerciales ponen en evidencia tu gran soledad ante ti mismo”.
El México de otras épocas era un país de gente amable, contenta. “Si tú llegabas a un restaurante, por ejemplo, te recibían con buenas tardes, ¿qué se le ofrece? Ya no. Hoy, eres un número más”.
Y es que ahora más que nunca antes, como escribió Rabindranath Tagore, “el hombre se adentra en la multitud para ahogar el clamor de su propio silencio”.
Los niños también están solos
La doctora Amador opina que los niños y los adolescentes también viven más solos hoy en día.
“Estamos formando niños que aprenden a estar solos, porque hay una cantidad de hogares mono-parentales. La maternidad ya no es obligatoria”.
Las mujeres se van a trabajar y dejan a sus hijos solos o en la guardería. Además, “las parejas prefieren tener un solo hijo. El niño crece solo. No aprende a compartir. Tiene poco contacto con los afectos”.
En los centros comerciales, entonces, “los adolescentes se reúnen a platicar, a ligar, pero sin compromiso”.
Centros para la tercera edad
“En sus casas están solos o estorban y necesitan encontrar lugares para contactar, para chorchar con alguien contemporáneo”, dice la doctora Amador, y agrega el problema de la falta de contacto físico entre la gente. “Porque ya la gente no se toca, no se abraza”.
Hay algunos lugares, como La Nueva Cuba, en el centro de la Ciudad de México, donde la gente mayor va sola nada más a bailar.”
“¡Que maravilla! Por lo menos se tocan... Y el baile es una de las formas más tradicionales de cortejo”.
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