sábado, marzo 25, 2006

Flemática, pero no tolera la misoginia: Mónica Serrano




Flemática, pero no tolera la misoginia: Mónica Serrano

Por María Lourdes Pallais

México, 15 Mar (Notimex).- Su semblante parco y sobrio adquirió varios matices cuando habló de la misoginia "de hombres y mujeres" y al recordar a su recién fallecido padre, Pedro Serrano Maas, de quién aprendió "el amor por las instituciones", la integridad y el valor de la tolerancia.

Es la académica Mónica Serrano, investigadora del Colegio de México (Colmex), una especialista bilingüe en derechos humanos y seguridad, con un doctorado de la Universidad de Oxford, un marido británico y una hija trilingüe de nueve años, Juliana.

La luz mañanera iluminaba su pequeño despacho, atiborrado de libros destacadísimos, la mayoría en inglés; de papeles y documentos por doquier, en el misterioso desorden de una profesional ilustre, cuando el rostro hasta entonces imperturbable, casi flemático, de la investigadora, cambió de manera sorprendente.

Tras esperar que terminara de escribir un correo electrónico y de iniciar una apacible plática sobre sus quehaceres profesionales y familiares, Mónica, una mujer contenida y cultísima, que parece hablar mirando al ocaso, soltó sus riendas, sin perder ni la serenidad de su presencia ni la precisión de sus palabras, pero sí la circunspección de su rostro.

Todo empezó con la penúltima pregunta, casi inocente, de la entrevista que sostuvo con Notimex, que respondió tras unos momentos de reflexión.

¿Ha tenido que luchar contra la misoginia del mexicano?
Yo creo que no podemos hablar de la misoginia del mexicano. Si miramos en diferentes estratos sociales, vemos a mujeres muy activas, muy comprometidas con lo que hacen. Como la mujer que me cuidó de niña, que hot tiene dos hijos egresados de la UNAM, una mujer con una inteligencia excepcional.

Aún no había contestado de manera directa, pero lo hizo, tajante, después de una pausa que duró segundos. La investigadora del Colmex no se considera una mujer combativa, aunque sí "en términos de ideas".

"Lo que sí me preocupa y no tolero es la misoginia utilizada como arma para descalificar o marginar. En ese sentido, la misoginia puede ser utilizada tanto por hombres como por mujeres. No la tolero cuando se utiliza para descalificar lo que uno expresa con convicción, incluso vehemencia, como algo emocional".

Si el ecuánime tempo de sus palabras no transmitió su vehemencia, sí lo hizo su expresión, que pasó de impávida a penetrante, casi devastadora. Era la mirada sutil, pero de lince, de una mujer dolida en su más recóndita intimidad. Hizo otra brevísima pausa, siempre mirando al ocaso.

Prefirió no profundizar en aquello que le había provocado esa intolerancia. Ella, la niña que aprendió de su padre la tolerancia, lo que confesó al responder la última pregunta, que, si bien no le provocó llanto, sí le cambio el tono de voz de manera contundente.

¿Quién es su modelo? Mi padre, Pedro Serrano Maas, médico investigador, fundador del Servicio de Endocrinología del Instituto Nacional de Cardiología, quien acaba de morir.

Por unos minutos, respetamos la pausa de su duelo que llenamos con algunos lugares comunes. Antes de acordar el día y hora de la entrevista, por teléfono, ya Mónica había mencionado su devoción por su padre, cuya reciente muerte, la había afectado profundamente. Aún no la supera, confesó.

Por el hilo telefónico, lo había dicho segura, contenida, al mando. Cara a cara, lo dijo con ternura, con un destello de amor que rompió el tono, la nitidez académica -sin que ella misma se diera cuenta-de su discurso.

"Mi padre fue un hombre que amó lo que hizo. De él aprendí el amor por las instituciones, a reconocer la importancia de las instituciones. Aprendí el valor de la integridad y el valor de la tolerancia. Es la herencia que me deja y que hoy reivindico".

Cuando terminó de hablar de su padre, recuperó su expresión estoica y hasta altiva, la misma que había mantenido durante la charla con Notimex durante más de media hora.

No en balde, desde hace muchos años, mantiene una relación estrecha con la flemática Inglaterra, donde ella y su marido tienen un segundo hogar.

Mónica Serrano es una mexicana que vivió en Inglaterra desde 1986 hasta 1990. Ahí, en la Universidad de Oxford, obtuvo un doctorado y luego, en la Universidad de Londres, su primer empleo académico como investigadora.

Más tarde, entre 1993 y 1998, estuvo a cargo del programa sobre México del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres, donde publicó una serie de documentos sobre "el proceso de apertura de liberalización política que culmina en la transición de la democracia en el año 2000", contó.

Evidentemente, absorbió la personalidad impasible que caracteriza a los británicos. Pero regresó a México aunque, hasta ahora, mantiene "un pie en Inglaterra" y otro en nuestro país como académica e investigadora del Centro de Estudios Internacionales del Colmex.

Lo hace por varias razones que se entrelazaron en su destino. La mujer del ropaje académico se enamoró de Paul Kenny, un profesor de literatura del Kings College, con quien se casó e "importó" a México poco después.

Ahora, la pareja vive en la Colonia Mixcoác de la Ciudad de México, donde Mónica creció; tiene una hija única, Juliana, que domina el español, el inglés y ahora hasta el francés.

Quizá para darle un respiro por unos minutos, obviamos el tema de su hija, de su esposo y de su familia para preguntarle sobre sus especialidades en el Colmex.

¿Cuáles son sus temas de investigación en el Colegio de México?
Me he especializado en los temas de seguridad desde que terminé la licenciatura. Mi tesis fue sobre la doctrina nuclear de Estados Unidos, tema que ese momento me despertó mucha curiosidad, Al terminar la licenciatura, me fui a Oxford y he continuado desde entonces estudiando y concentrándome de manera muy especial en esa vertiente de la seguridad y cómo incide o afecta en muchos otros planos.

¿Es este otro país del que dejó cuando se fue a Oxford?
Yo creo que sí es otro país. Bueno, ningún país cambia radicalmente, pero del país que yo dejé en el 86 al que vivimos hoy, estamos viendo justamente la culminación de muchos de los procesos que inician justamente a finales de los 80s y que se conocen como un proceso de apertura y de liberalización política.

Era hora de descubrir más sobre la mujer que se esconde detrás de la analista política. Le preguntamos sobre su vida cotidiana. El giro de la conversación no pareció sorprenderle.

¿Cómo es un día típico de Mónica Serrano?
Trato de levantarme temprano para darme tiempo para hacer ejercicios. Tengo una hija de seis años, Juliana. Un esposo está mucho en la casa y colabora con los quehaceres de la casa, preparamos el desayuno juntos, son momentos de premura y de prisa en las mañanas pero también de una intimidad familiar muy dulce.

Su expresión suave regresó por unos segundos, y la mantuvo cuando explicaba que su trabajo académico le permitía trabajar en su casa y dedicarle tiempo a su hija.

"La maravilla del trabajo académico es que también puede combinarse con la vida familiar, con el esposo que tengo y con la hija que estamos educando. Ayer en la mañana mientras yo ordenaba papeles, recortes de periódicos, mi hija, aunque está aprendiendo a leer, agarró un libro y se puso a ver figuritas. Los martes me quedo (en el Colmex) más tiempo, porque mi hija tiene actividades y se queda en la escuela hasta las cinco o seis de la tarde. Los otros días la recojo para darme tiempo con ella. Paul y yo nos turnamos".

Pero siempre lleva trabajo a su casa, confesó sin vergüenza alguna. Lo comparte con su esposo.

¿Cómo trabaja con su esposo?
Es complicado, pero cuando funciona es un proceso maravilloso. Lo hacemos muchas veces comentando una notita en un tema específico, armamos un script, y luego le vamos poniendo las piezas del rompecabezas, generalmente en las noches ya cuando Juliana se durmió.

¿Hablan en inglés o en español?
En inglés. Lo conocí en inglés.

¿Y los trabajos que hacen juntos, son en los dos idiomas?
Mis trabajos son en los idiomas.

Me decía que estuvo muchos años con un pie en Inglaterra y otros en México, ¿cómo está ahora?
Estando casada con un inglés, tenemos una casa en Londres y sigo muy vinculada profesionalmente a Inglaterra. Soy investigadora asociada del Centro Internacional de la Universidad de Oxford. Entonces para mi es muy importante académica e intelectualmente el vínculo con Inglaterra en términos personales y profesionales.

¿Viaja allá de manera frecuente?
Por lo menos una vez al año. Ahora voy a dar un curso desde mediados de abril hasta junio en Oxford sobre defensa internacional desde América Latina.

¿Entonces sigue con un pie aquí y otro allá?
Un poco más aquí. Y así hemos estado los últimos dos, tres años pero mucho dependerá de dónde nos lleva Juliana también.

¿Ella es su prioridad?
Son dos amores (trabajo y familia). Son dos aspectos imprescindibles de mi vida. Yo tengo sólo una hija, pero imagínate que le pregunten a un padre cuál de sus hijos prefiere, es una pregunta imposible.

Estaba por terminar la media hora que nos había advertido tendría para la entrevista. Fue entonces que le preguntamos sobre la misoginia y sobre su padre. Y alcanzamos hacerle un par de preguntas más.

¿Cuál es su palabra favorita?
Esperanza.

¿Por qué?
No es la fe que te lleva a pensar que las cosas van a cambiar por acto de voluntad divina. La esperanza tiene que ver con la idea de que las cosas pueden ser de otra manera. Para que sean de otra manera uno tiene que poner de su parte. Tiene que caminar en esa dirección.

¿Y la palabra que más rechaza?
Lo que más disgusto me provoca es la intolerancia, la pretensión, lo artificial.

Mónica comentó que no tendría otro hijo, aunque Juliana lo pidió por mucho tiempo. Para ella, en México, tener más de un hijo es "complicado", especialmente "sin subsidios", como en el Primer Mundo, o sin ayuda doméstica, como en su caso.

Con una sonrisa parca, Mónica se despidió agregando, apoyada sobre la puerta de su cubículo, algo que nos dijo quería elaborar para que quedara claro. "Para poder combinar el trabajo y la familia, es esencial tener recursos económicos, aquí como en Inglaterra. A eso me refería con lo de los subsidios".

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